Capítulo 84

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Capítulo 84

Con un nuevo esfuerzo, acompañado de un quejido de dolor, Ezio hundió la hoja de su espada en el vientre de un enemigo, retorciéndola después antes de sacarla con velocidad.

El hombre volvió a apretar sus dientes ante el dolor físico que provocaban sus viejas heridas, agravando la situación con las nuevas que había recibido, aunque estas no habían sido serias.

Distinguió pronto mirando a su alrededor que la tropa templaria comenzaba a retirarse tras la muerte de su líder, y a consecuencia de la llegada de nuevos asesinos a los que no podrían vencer con los hombres que quedaban en pie.

Ezio sintió alivio ante la imagen, pero no pudo regodearse en la victoria cuando volvió a ser atacado por un nuevo enemigo, quien de forma frenética trató de matarlo con su espada, hasta que fue atravesado por una veloz flecha que desgarró su garganta. Isabel, la asesina española, cabalgaba hacia él bajando su pequeño arco.

-¡Los templarios se retiran hacia el sur! ¡Vuelven a Roma y se llevan el cadáver de César! ¡Maquiavelo acaba de decirme que tus hombres han recuperado el Fruto! –Habló alzando la voz para ser oída sobre el ruido.

-Estupendo. Nos encargaremos de que no se rearmen y os sigan hasta vuestros países. Cuando sepamos qué planean y cómo van a organizarse tras la muerte de Borgia, nos reuniremos en España para recuperar el otro fragmento y acabar con Mendoza.

-Esperaremos vuestra llegada hasta entonces. Escribiré a Nicolás si hubiera problemas. Suerte, maestro.

Ezio asintió en respuesta a la despedida de la rubia, contemplando fugazmente como cabalgaba lejos de él, reuniendo sus hombres para marcharse, tal y como todos los allí presentes de ambos bandos comenzaban a hacer, dando por finalizada la dura batalla allí librada.

-¡Ezio!

El mentado se giró al escuchar su nombre, vislumbrando a Yusuf acercarse mientras envainaba su espada, medio ensangrentada tras una mala limpieza. El turco se había vendado con un jirón una herida sangrante en su vientre, la cual apretaba a veces.

-Yusuf, ¿estás bien? –Preguntó el italiano al tenerlo cerca, preocupándose al instante.

-Tranquilo, esto no es nada serio. Maquiavelo dice que nos reunamos al anochecer en el camino que conduce a Venecia. Un noble amigo suyo nos proporcionará refugio, tiene una villa no muy lejos de aquí; quiere unirse a la causa y hablar contigo personalmente.

-Bien, así lo haremos entonces. Nuestro siguiente paso será ir a Venecia, no podría venirnos mejor. Hay que avisar a los asesinos. ¿Sabes algo de Nuray? –Cambió de tema, centrando sus ojos en los del turco.

-No, pero debe estar bien por lo que dicen. Hemos conseguido el artefacto de nuevo. Habrá huido después para ponerlo a salvo.

Ezio trató de centrarse en aquellas palabras para no pensar nada oscuro, cuando frunció el ceño al ver como Yusuf sonreía ampliamente mientras veía algo a su espalda. El hombre habló a la vez que Auditore se giraba.

-Ves, te dije que estaría bien.

El italiano sonrió con ganas cuando contempló a la joven avanzar a caballo hasta ellos, deteniéndose al llegar a su lado para descabalgar veloz, saludando a ambos con un fuerte abrazo.

-¿Cómo fue? –Preguntó Yusuf cuando la pareja se separó tras un rápido beso.

-Conseguí hacerme con el artefacto, pero varios guardias empezaron a seguirme cuando huía. Por suerte esos asesinos españoles están en todo, y un pequeño grupo se encargó de los templarios. Pude entregar el fragmento a Zorro. Debe estar de camino a Venecia.

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