Capítulo 86
El mar se hallaba en calma aquella soleada mañana, tanto era así que el barco se mecía suavemente entre las pequeñas olas, haciendo que los viajeros que se encaminaban hacia el puerto de Valencia apenas notaran que iban a bordo de la nave.
Ezio abrió lentamente la puerta del camarote que compartía con Nuray para tratar de no despertarla, recostándose a su lado con cuidado mientras comenzaba a rozar la piel de su espalda con delicadeza, no pudiendo resistirse a aquella tentación.
Nuray pronto despertó al sentir las caricias de su marido, y sin darle señas de aquello sonrió levemente. Desde que se habían casado, hacía ya varias semanas, lo encontraba prácticamente todas las mañanas haciendo lo mismo. Unos instantes después de aquellos pensamientos, la chica se giró para encararlo, sonriéndole sin decir nada.
-Buenos días, esposa.
La turca respondió a su sonrisa, tomándose un segundo antes de responder, encontrando una vez más aquella mirada llena de luz y felicidad en Ezio.
-Te he dicho que no me gusta que me llames esposa.
-¿Por qué? Eres mi esposa, ¿no?
-Sí, pero sigo teniendo un nombre. Es como si perdiera parte de lo que soy porque ahora el mundo me verá como la esposa-de.
El asesino rió mientras ella se levantaba de la cama en busca de una de sus camisas para cubrirse, volviendo a la cama mientras él hablaba.
-Está bien, amor. Casi se me olvidaba lo independiente que eres.
-Me he dado cuenta en estas tres semanas. El amor está volviéndote idiota. –Se mofó mientras se acercaba, besándolo fugazmente antes de continuar. -¿Venías de hablar con el capitán del barco?
-Sí; llegaremos a España pasado el medio día. Por fin podremos salir de este barco y ponernos en marcha. Supongo que Isabel estará allí para recogernos y ponernos al día sobre todo lo que ha pasado con Mendoza en estas semanas.
-Esperemos que sí, porque el español no se nos da muy bien a ninguno.
-Eh, no me metas en el mismo saco que a vosotros, yo me defiendo bastante bien. Tuve mi momento de entrenarlo en el pasado, ¿sabes? –Se jactó mientras seguía con el tono jocoso que ella había iniciado.
Nuray cambió su sonrisa por una mirada desafiante, acercándose más a él para hablar con tono amenazante.
-Más te vale que aquello te fuera suficiente, extranjero, si no, tú y yo vamos a tener un problema.
-Ni se me ocurriría pensar en eso ni un segundo. –Sentenció antes de romper la distancia que los unía, besándola con ganas.
El barco procedente de Italia atracó en el puerto español pasadas las cuatro de la tarde ante un cielo azul potente en el cual el sol brillaba con fuerza, desprendiendo un calor inusual para las fechas de mediados de abril.
El pequeño grupo de asesinos descendió de la embarcación entre el trasiego de comerciantes, portando únicamente un pequeño zurrón cada uno con sus necesarias pertenencias, revelando que eran viajeros de paso. Con Ezio a la cabeza, Nuray, Yusuf y Claudia caminaron por el puerto distraídamente hasta que una persona se les acercó con discreción.
-Bienvenidos a España, hermanos.
-Isabel –saludó Ezio ante la llegada de la rubia, besándola en la mejilla-, nos alegramos de volver a verte. Gracias por venir a nuestro encuentro.
-Gracias a vosotros, Maestro. Sin vuestra ayuda no podríamos llevar acabo esta tarea, pero dejemos las palabras para cuando estemos en un lugar seguro. Seguidme, el refugio de la hermandad de la ciudad no está muy lejos.
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Si nunca te hubiera conocido
FanficLa lucha de Ezio contra César Borgia parece no tener fin, pero sus misiones para hacerse con el fruto del Edén le conducirán, no sólo a intentar salvar el mundo, sino a conocer a una asesina en Estambul de la que se enamorará. Su vida cambiará compl...