Capítulo 75

11 0 0
                                    

Capítulo 75

Yusuf entró en el escondite de la orden, quitándose rápido la calada capa tras haber estado largo tiempo por las calles de Roma bajo la lluvia de aquella noche fría.

El turco depositó la prenda en una silla cercana mientras echaba un vistazo a la amplia sala desierta, pasando a agudizar el oído, comprobando si había alguien más en el lugar, albergando aún una tenue esperanza de que Nuray estuviera allí.

El silencio hizo que suspirara con resignación. Tampoco estaba allí la chica, ni Ezio. Nadie los había visto desde hacía casi un día completo, y ya comenzaba a preocuparse. Aquella ausencia sólo le dejaba presagiar algo malo.

Tratando de no pensar en lo peor, Yusuf se adentró en la estancia para ir a cambiarse de ropas, recordando que Leonardo no se encontraba allí, con lo que abrió la puerta del cuarto que compartían, sin cuidado de despertar a nadie.

Con desgana el hombre se deshizo de su ropa mojada, cambiándola por unos pantalones oscuros y una camisa blanca.

Yusuf paró de abotonar su camisa cuando un sonido lo alertó. El moreno corrió hacia la puerta, dirigiéndose con presteza a la sala principal, donde encontró a Claudia sentada en la silla frente al escritorio de una de las esquinas.

El asesino dedujo que acababa de llegar, ya que se encontraba empapada por la lluvia; no obstante, obvió todo al contemplar que lloraba con amargura, ocultando su rostro con las manos.

-Claudia.

La mentada se asustó al oír su nombre, alzando la cabeza velozmente hasta encontrarse con la extrañeza y preocupación en los ojos de Yusuf. Al ver que esta no pronunciaba palabra, limitándose a seguir sollozando sin mirarlo, el turco se acercó despacio.

-¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

-No puedes ayudarme. –Sentenció ella sin mirarlo, intensificando su llanto. El hombre se mantuvo en silencio un instante, para después volver a hablar.

-No diré que sé cómo te sientes, porque no asesinaron a mi madre. Se la llevó una enfermedad cuando yo tenía 12 años, así que al menos puedo decirte que sé lo que es perder a alguien tan importante, y que entiendo ese dolor. Lo siento mucho.

-Si hubiera acabado ahí al menos. –Sollozó, buscando los ojos del hombre. -Fui a buscar Ezio y lo culpé de todo. Estaba muy enfadada y le dije cosas horribles. Ahora no sé dónde está y nadie lo ha visto.

-Ezio sabe cuidarse, no te preocupes. Él sabe que le quieres, no hará estupideces. –Trató de consolarla el turco, aunque no estaba muy convencido de aquello.

La joven continuó llorando mientras escuchaba aquellas palabras, para alzar de nuevo la vista y mirar a Yusuf, esta vez con los ojos llenos de rabia.

-Ese bastardo de Borgia pagará por todo lo que le ha hecho a mi familia. Todos los templarios pagaran por el sufrimiento de los inocentes.

-Claudia –susurró el turco, temeroso de oír aquellas palabras-, no puedes agarrarte a esa rabia para luchar como asesina; eso nunca sale bien. ¿Estás segura de que quieres tomar este camino y ser una de los nuestros? Créeme que perderás más por el camino, aunque seas extremadamente cuidadosa. La vida de los asesinos es una vida de servicio y renuncia. Un sacrificio.

-Lo sé, y lo acepto. –Dijo con firmeza, limpiando sus lágrimas mientras miraba fijamente a su interlocutor. –No quiero estar más mirando a otro lado con toda esta crueldad rodeándome. Quiero ser útil y luchar. No es una decisión que haya tomado por la muerte de mi madre, Yusuf.

El castaño sonrió ante la determinación de la mujer, susurrando un muy bien mientras seguía mirando fijo sus ojos castaños. Claudia era fuerte y orgullosa, sin duda tenía el carácter de su hermano.

Si nunca te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora