Capítulo 23

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Capitulo 23

Cuando Nuray logró desencadenar a Ezio liberándole de sus grilletes, le hizo un improvisado vendaje en el hombro para evitar que siguiera derramando sangre, ayudándolo después a ponerse en pie.

Ezio se tambaleó mareado tras la perdida de sangre, haciendo que Nuray lo agarrase con decisión para que se apoyara en ella todo lo que pudiera, caminando mientras cargaba gran parte de su peso.

-Nuray, no vas a poder sacarme de aquí sin Yusuf. Peso demasiado para ti, y si nos descubren...

-Encontraremos a Yusuf y te sacaremos, no vas a quedarte aquí. –Se apresuró a hablar ella continuando con el camino, cuidando que los pasillos por los que ascendía hasta la planta a ras de suelo estuvieran vacíos.

La mujer se detuvo en seco al escuchar sonidos de varias pisadas cerca avanzar hacia ellos por el pasillo contiguo, con lo que soltó al hombre despacio para que se apoyara en la pared.

-Espera aquí, me encargaré de los guardias y proseguiremos con el camino. –Susurró para no ser escuchada, mirando a Ezio fijamente.

-Puedo luchar, deja que te ayude.

-No digas bobadas, extranjero. Obedéceme; no quieras enfadarme. –Añadió con una leve sonrisa, para después sacar dos de sus largas dagas, aproximándose a la esquina.

Nuray salió súbitamente al nuevo pasillo cuando vio el momento propicio, atacando al guardia más cercano, apuñalándolo por la espalda para después rajar su garganta y que este no emitiera sonido.

Acto seguido la mujer corrió sigilosamente hasta el guardia que se disponía abandonar el lugar, matándolo de igual forma.

La turca se dispuso a volver junto a Ezio mientras guardaba sus dagas, dándose cuenta de que alguien más estaba con el italiano, con lo que sin dudar un segundo sacó uno de sus cuchillos doblando la esquina.

-¡Tranquila! –Dijo Yusuf alzando las manos con una leve sonrisa, para después volver a encargarse de su amigo, a la par que ella guardaba su arma con alivio.

-Dios, que susto me has dado ¿Te han descubierto?

-No, aún no saben que estamos aquí, pero es cuestión de tiempo, y más teniendo en cuenta que debemos salir como las personas normales por una puerta.

-Si encontramos la cocina, debería haber una puerta trasera para el servicio. –Intervino Ezio, haciendo que la pareja de turcos se mirara.

-Yo iré delante, sé por dónde tenemos que ir.

Yusuf asintió complacido ante la idea de Nuray, para después observar que Ezio apenas era capaz de mantenerse erguido ni despierto, amenazando con perder la conciencia por la perdida de sangre.

-Ezio. –Susurró alarmada la mujer al vislumbrar el empeoramiento del hombre, a quien Yusuf cargó sobre uno de sus hombros mientras la hablaba con calma.

-Va a ponerse bien. Vamos, salgamos de aquí.

Ella asintió, tratando de ocultar su inquietud interna, comenzando a avanzar hacia el ala del castillo donde había visto entrar y salir a criados del lugar, rogando porque no se complicaran más las cosas.

Ezio tardó en volver en sí, y cuando lo hizo vislumbró que por fin estaban lejos de San Angelo, de nuevo en el pequeño cuarto de La Rosa en flor.

Enseguida comenzó a sentir el intenso dolor de la carne desgarrada de su espalda, y de la herida de su hombro.

-Hola ¿Cómo estás? –Susurró con dulzura Nuray mientras apartaba un mechón de cabello del rostro del hombre, dejando de curar las heridas de su rostro.

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