Capítulo 8

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Muchas gracias si estás leyendo esto. Los personajes, salvo los Ocs que aparecerán, no me pertenecen.

Capítulo 8

El sol comenzaba a hundirse dando paso al crepúsculo un día más, envolviendo poco a poco la ciudad en la oscuridad silenciosa, pero aquella noche era especial.

El silencio había sido reemplazado por el murmullo y los sonidos de pisadas de guardias que iban y venían, controlando sobre todo el puerto y el palacio, pues por fin la llegada de César Borgia se hacía realidad en aquel atardecer.

Ezio avanzaba con sigilo y rapidez por los tejados de la ciudad para acudir al punto de encuentro con los asesinos que le ayudarían a colarse en la fiesta, que se celebraba en el palacio del sultán ante la llegada del europeo, alegando que había temas económicos que los aliarían, ocultando el verdadero propósito al resto del mundo.

El hombre aún sentía que la herida de su pecho a veces le frenaba para ciertos movimientos, pero ignoró las recomendaciones de sus compañeros de no intervenir en la operación más arriesgada del plan: Infiltrarse en la fiesta y colarse en el palacio. Ezio no estaba dispuesto a ser un mero espectador, ya que tras una semana del suceso, se encontraba casi recuperado. Lo suficiente como para ser útil.

En un par de minutos el hombre alcanzó el punto de encuentro cerca de la torre Gálata, en una vivienda abandonada que los integrantes de la hermandad solían usar para esconderse en las persecuciones.

Cuando Ezio entró, encontró a Yusuf junto con tres hombres más, todos ataviados con ropas distintas a las normales, de llamativos colores y turbantes.

-Perdón por la tardanza. –Se disculpó el florentino caminando hacia ellos, saludándolos mientras estos dejaban a un lado su conversación.

-Ezio, tranquilo. ¿Cómo nos ves? –Preguntó el líder de la banda mostrándole su atuendo de faquir.

-Veo que no os ha costado interceptar a la distracción de la fiesta. ¿Qué habéis hecho con los hombres?

-Los hemos tenido que dejar inconscientes y amordazarlos. Están vigilados por dos de los nuestros, no habrá problemas. Menos mal que tenemos las mismas tallas; Aunque eso de escupir fuego y tragar sables no lo llevamos tan bien, pero se nos ocurrirá algo. Hemos conseguido también algo para ti. –Agregó mientras uno de los asesinos presentaba un traje de guardia al moreno.

-¡Genial! Así podré disfrutar de vuestro espectáculo de cerca. –Se burló mientras reía mirando a su amigo, quien le devolvió la sonrisa.

-Sí, vas a pasártelo genial. Por cierto, ¿sabes algo de Nuray? ¿La has visto? Ya debería estar aquí.

-Iba a preguntarte lo mismo. Se está demorando demasiado para lo que tenía que hacer. No creo que interceptar a la bailarina le suponga mucha dificultad. ¿Y si ha ocurrido algo? Iré a buscarla. –Finalmente decidió Ezio dejando el traje a un lado, dispuesto a partir cuando la puerta se abrió, dando paso a la mentada.

La joven iba vestida a la moda de la ciudad, incluyendo el velo que cubría su pelo azabache, portando un zurrón donde todos intuyeron estaría la ropa que necesitaba para su misión.

-Siento haber llegado tarde. He tenido problemas para localizar a la bailarina.

-¿La has convencido, o ha tenido que usar la fuerza?

-He dicho que era de palacio y han suspendido la actuación, pero le pagaban por las molestias, con lo que no ha rechistado. Ha cogido el dinero que le he entregado y se ha ido.

-¿Y has conseguido su ropa? –Preguntó Yusuf a la chica sin comprender.

-Sí. Se la he comprado alegando que una de las europeas la quería. Esa mujer ya ha bailado en muchas fiestas de este tipo.

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