Capítulo 81

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Capítulo 81

Nuray despertó sintiendo leves sonidos en la estancia contigua, notando a su lado el cuerpo de Ezio respirando con calma.

No recordaba cuándo se había quedado dormida la noche anterior, únicamente la sensación de nerviosismo antes de terminar de derribar su muro anti-sentimientos con Ezio, y la posterior sensación de alivio al volver a sentirlo cerca, pudiendo volver a besarlo como antes, dejando todo lo demás en segundo plano.

La joven se giró para poder contemplarlo, fijando sus ojos en el rostro del asesino, del cual apartó con suma suavidad un mechón de su cabello.

Aquella sensación no dejaba atisbo de dudas en el alma de Nuray; lo quería de un modo incondicional, de una forma tan arrebatadora que era difícil de explicar y gestionar, pero en aquel momento tuvo la absoluta certeza de que quería y necesitaba estar con él, a pesar de todo lo que pudiera temer sobre el futuro. No podía seguir en un camino tan errado como hasta entonces, hiriendo tanto a ambos.

La turca apartó sus cavilaciones al contemplar como el italiano comenzaba a revolverse mientras murmuraba palabras qué no comprendió, arrugando su entrecejo con fuerza. Pronto averiguó que estaba teniendo una pesadilla.

-Ezio, Ezio. Despierta. –Susurró con firmeza mientras guiaba una mano a su rostro, acariciando la mejilla del hombre.

El mentado despertó abruptamente, tratando de calmar su respiración agitada mientras limpiaba una lágrima que había logrado escapar de su lagrimal.

-Tranquilo, Ezio. ¿Has tenido una pesadilla?

-Sí. –Susurró él mientras agarraba la mano de la joven, la cual reposaba en su cara. –César aquel día lograba matarte, y después traía a Claudia y hacía lo mismo ante mis ojos.

-Sólo ha sido un sueño, tranquilo.

Ezio respondió con el mismo gesto a la calmante y dulce sonrisa de la chica, acercándola a él para besarla tiernamente. Nuray entonces pasó a abrazarlo, recostándose con cuidado sobre la parte sana de su pecho.

-Creía que cuando despertara no te hallaría aquí. –Rompió el silencio el asesino, continuando con sus caricias sobre la espalda desnuda de ella.

Nuray guardó silencio mientras pensaba en la noche anterior y en sus sentimientos, no pudiendo evitar fijarse en las vendas ensangrentadas que rozó con sus dedos al moverlos por el pecho de Auditore.

La joven se incorporó y escudriñó todas las cicatrices que se hallaban a la vista en el cuerpo del asesino, volviendo a recordar el dolor y miedo vivido que aquello había ocasionado cuando había estado muy cerca de perder al hombre para siempre.

Con cuidado Nuray pasó su mano por la herida de su pecho, acabando después en la cicatriz que el asesino tenía en el vientre, producida en Grecia por aquel templario que después lo tiró de una cornisa.

En aquel tiempo la turca no había recapacitado a pesar de haber vivido uno de su peores momentos, pero la anterior entrada en San Angelo había sido distinta; todo en su interior había cambiado.

-No volveré a irme nunca más, Ezio. –Sentenció tras el silencio, mirándolo a los ojos. –He perdido mucho tiempo luchando contra mis sentimientos, lejos de ti. Estoy cansada de ser una cobarde disfrazada de valiente. No me importa el miedo que puedan darme nuestra vida o los cambios; tengo más miedo de vivir sin ti. -Un segundo de silencio se interpuso entre ellos, mientras la turca volvía a acariciar el rostro masculino. –Nunca volveré a ser tan idiota, ni a hacernos tanto daño de una forma tan egoísta. Perdóname, Ezio.

Aquella absoluta sinceridad conmovió al hombre, quien con gran esfuerzo se incorporó para sentarse, hablando después mientras posaba su mano en la mejilla izquierda de la joven.

Si nunca te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora