Capítulo 59
El viento recio amortiguaba el sonido de los pasos de Nuray y Luigi, mientras se encaminaban por el campo hacia la entrada de la villa propiedad del cardenal español, donde se suponía guardaban el fragmento del Edén robado semanas atrás.
El hombre alzó la vista al cielo encapotado de aquella tarde, sintiendo que una fina gota de lluvia caía sobre su mejilla izquierda. Limpiándola con el dorso de la mano rápidamente, volvió a sujetar la cuerda que mantenía a la asesina maniatada, continuando con el camino hacia la gran casa que comenzaban a vislumbrar a su frente. Aún sentía la duda rondar su mente acerca del arriesgado plan.
-Deberías empezar a agarrarme con más fuerza. Los trabajadores que rondan el jardín podrían vernos ya. –Comentó la chica, sacando al veneciano de sus pensamientos, mientras hacía caso a su recomendación.
-No sé cómo hemos llegado a arriesgar tanto. ¿Qué pretendes hacer si no podemos entrar después, o nos descubren antes de tiempo?
-Tendremos que improvisar –murmuró mientras caminaba sin volverse, sintiendo la molestia de la ruda cuerda rozar sus muñecas-. Soy consciente del peligro que esto supone también, pero no tenemos más opción si queremos entrar, y necesitamos hacerlo ya.
-Espero que Antonio y sus hombres estén bien preparados y alerta, si no ya podemos clamar al cielo porque el lugar no esté tan protegido como esperamos.
Nuray no respondió al comentario, pero deseó que Luigi estuviera en lo cierto, porque había demasiados puntos por donde el plan podía hacer aguas, y estando dentro de la boca del lobo sólo habría una única forma de terminar si aquello fracasaba.
La pareja pronto llegó a escasos metros de la imponente entrada principal al recinto. Una gran verja de forja les impedía el paso a los jardines principales ante la casona de estilo clásico y colores claros. Aún no habían atisbado la presencia de ningún guardia.
-Bien, vamos a allá. –Susurró Luigi mientras observaba a un campesino cruzar el jardín con un gran saco a la espalda, pasando a agarrar con poca delicadeza e indiferencia a la asesina. -¡Eh, tú! ¡Acércate!
El hombre bajo y de aspecto cansado se giró, dudando sobre si obedecer hasta que Luigi volvió a hablar.
-Avisa al responsable de la custodia de la villa del cardenal, campesino. El favor bien te valdrá una buena recompensa.
Cuando el veneciano mostró un ducado de oro al hombre, este cambió de expresión, y sin dudar, dejó el saco en el suelo y corrió alejándose del jardín, perdiéndose de la vista de ambos.
-Me encanta el dinero; siempre funciona. –Se mofó el moreno con una leve sonrisa a la espalda de Nuray, sorprendiéndose de que muy poco tiempo después el campesino volviera siguiendo a un hombre robusto y armado, con rostro serio y desconfiado.
-¿Quién eres y qué haces aquí? –Preguntó el guardia con frialdad, escudriñando a ambos. Luigi respondió con indiferencia, tirando de la cuerda para empujar a la chica.
-Un hombre que compartirá contigo el privilegio de entregar a tu señor templario a la ramera de Ezio Auditore. Estoy seguro de que tiene mucho que contar sobre el Fruto del Edén.
Las miradas de los dos hombres se mantuvieron fijas unos instantes, hasta que el guardia accedió a dejarlo pasar, haciendo que con un gesto de brazo el jornalero procediera a abrir la reja.
Luigi empujó a Nuray para que caminara y entrara en el recinto, lanzándole la moneda al campesino mientras caminaba hacia el guardia.
-No te arrepentirás de esto. –Dijo con una sonrisa enigmática cuando tuvo al guardia delante.
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Si nunca te hubiera conocido
Fiksi PenggemarLa lucha de Ezio contra César Borgia parece no tener fin, pero sus misiones para hacerse con el fruto del Edén le conducirán, no sólo a intentar salvar el mundo, sino a conocer a una asesina en Estambul de la que se enamorará. Su vida cambiará compl...