Capítulo 16

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Capítulo 16

La habitación que Victoria les había adjudicado no eran gran cosa, pero lo suficiente como para dormir los tres sin muchos problemas. Una cama grande y un sofá de color rojo intenso amueblaban el cuarto, revestido de la misma madera que el vestíbulo.

Pasado un tiempo en el que el grupo se acomodó y habló sobre los planes del presente más cercano, Yusuf abandonó el lugar en busca de un poco de diversión ante el pequeño tiempo de descanso que tendrían antes de la llegada del día siguiente, donde el trabajo lo ocuparía todo. Además, el hombre sabía que debía aprovechar cuando no le conocían, puesto que después, al comenzar la misión, sería también en esa ciudad buscado como un peligroso delincuente.

Nuray se dedicaba a limpiar y afilar sus cuchillos cuando observó a Ezio dirigirse a la puerta del cuarto, dispuesto a salir. El hombre con la mano en el pomo redondo se dirigió a la mujer antes de abrir.

-Voy a hablar con Victoria, espero que pueda conseguir la información para ir mañana a por Lucrecia.

-¿Antes o después de rememorar el pasado? –Comentó repitiendo las palabras de la rubia mientras continuaba con su tarea, haciendo que Ezio se alejase de la puerta.

-¿Estás celosa?

-No, para poder estarlo primero deberías ser algo mío, extranjero.

-¿Entonces a qué viene eso?

-Viene a que tú y Yusuf deberíais dejar de pensar sólo en fornicar, y centraros en lo importante.

La morena se levantó de su asiento mientras guardaba sus armas, no pudiendo contemplar la sonrisa de Ezio, quien se acercó a ella por detrás.

-No pretendo mantener ningún tipo de encuentro con ella, aunque haya hablado de esa forma antes. Yo sólo quiero tenerte a ti.

Antes de que Nuray pudiera reaccionar, las manos de Ezio se alejaron de su cadera para abandonar raudo la habitación, haciendo que ella instintivamente sonriera, maldiciendo interiormente.

Nuray bajó al vestíbulo principal tras haber podido darse un baño que agradeció de todo corazón tras el cansancio y suciedad del viaje, encontrando a Yusuf sentado en uno de los sofás, rodeado de lindas muchachas jóvenes que sin duda eran prostitutas. Todos bebían y reían ante los comentarios del turco, que parecía estar en la gloria.

-Nuray, ¡únete a nosotros, relájate y disfruta este momento de paz que tenemos!

La morena, no muy convencida, se acercó al grupo y observó que su amigo había bebido algo más de la cuenta.

-Yusuf, no deberías emborracharte ni perder el control. –Comentó, fingiendo un tono neutro.

-Oh, vamos. El pobre no está haciendo nada malo –agregó una de las chicas-. Si quieres también conocemos hombres apuestos y solteros.

-No, gracias. Estoy bien.

-Su corazón ya está ocupado, chicas. Aunque ella no se rinde ante la evidencia. –Respondió el turco bebiendo del vino, mientras era apuñalado por la mirada de Nuray.

-Yusuf, cállate, por favor. ¿Ezio aún no ha bajado? ¿No se sabe nada sobre dónde se esconde esa perra? –Cambió de tema rápidamente, observando con paciencia a su amigo tontear con las cortesanas.

-No, pero por lo que dicen las chicas, poca gente sabe dónde está ahora. Parece que su hermano quiere protegerla, y protegerse. No sé yo si Victoria sabrá donde vive con el marido.

-Puedes conseguir esa información fácilmente –intervino una de las prostitutas al ver su cara-. Algunos guardias del duque Della Rovere vienen por aquí, es más, ese de allí es uno de ellos. Dile que eres nueva y Laura te ha enviado porque tardará un poco.

-Gracias.

Acto seguido Nuray se dio la vuelta soltando su cabello, ciñendo su corpiño para que su pecho quedara más expuesto mientras caminaba hacía el hombre de cabello castaño.

-Hola, cariño. Laura me envía para entretenerte hasta su llegada, por supuesto esto corre a cuenta de la casa, por las molestias.

-Bien, no hay problema, bonita. Nunca te había visto por aquí. –Agregó acariciando su pelo, bajando hasta su cuello.

-Soy nueva, acabo de llegar de Constantinopla. Voy a cambiarme para que nos lo pasemos mejor. ¿Me esperas?

-Vaya pregunta; Claro que sí, amor. Pero date prisa.

La mujer le sonrió con picardía para después desaparecer, dejando a Yusuf aún contemplarla con asombro y desaprobación.

-Gracias por tu ayuda, Victoria. –Comentó Ezio mientras salía del despacho de la madame.

-Siento no haber podido ser más precisa, pero esa gente se esconde bien, a pesar de ser famosos.

-Con lo que me ha dado tengo para comenzar a buscar. Siento no haber podido complacerte como antaño. –Se disculpó haciéndola sonreír levemente mientras caminaban.

-Me alegro de que tu corazón esté ocupado, te mereces un amor verdadero, y espero que seas correspondido pronto. Si no ya sabes donde me tienes.

Ezio rió ante la broma, respondiéndole que nunca lo había descartado, continuando el camino hasta que ambos llegaron agarrados del brazo a la balaustrada de la escalera, observando a sus pies el vestíbulo del burdel, donde primero divisaron a Yusuf de pie bailando con una de las cortesanas.

-Al menos él se lo va a pasar bien esta noche. –Comentó alegre al ver a su amigo.

-Bueno, también tu amiga. Está con uno de los hombres Della Rovere.

El italiano buscó incansable a la morena hasta verla con aquella ropa de fulana, jugando con el soldado mientras buscaba su boca, dejándose acariciar por el hombre, quien no se cortaba ante aquel privilegio.

Segundos después, una de las chicas de Victoria se acercó a la pareja, haciendo que ambos se separaran y Ezio pudiera dejar de apretar su mandíbula, bajando las escaleras raudo.

Cuando Nuray se giró y el guardia por fin apartó la vista de ella, se encontró cara a cara con el italiano, quien la agarró de un brazo mientras la alejaba de allí.

-¿Se puede saber qué haces? ¿A qué estás jugando?

-No juego; Trabajo, Ezio. ¿Acaso has conseguido tú lo que necesitamos? –Preguntó deshaciendo el agarre, caminando hasta un lugar más solitario seguido por el hombre.

-No, pero...

-Pues yo sí -le cortó rauda la joven-, haciendo que ese guardia piense con la entrepierna y desate su lengua. Sé dónde está Lucrecia.

-Muy bien, pero este no es tu trabajo, no eres una fulana.

-¿Qué pasa, extranjero, estás celoso? –Preguntó, burlándose mientras lo miraba.

Nuray no esperaba que Ezio se parase bruscamente en uno de los pasillos del local, amarrándola por los brazos mientras la empujaba contra la pared, besándola con pasión.

Al principio ella se resistió tratando de alejarlo, pero al no poder se dejó vencer por las ganas que también la consumían, entregándose a la fogosidad del hombre.

-No juegues conmigo. –Susurró Ezio alejando sus labios de los de ella, manteniéndola sujeta.

-No estoy jugando, esto es trabajo. Como lo tuyo con esa mujer, y no te lo digo con segundas.

-Necesito que me digas algo convincente o voy a volverme loco. No puedes esperar que me resigne a creer que no quieres nada conmigo cuando estás deseando tanto como yo que estas cosas ocurran.

-Ezio, por favor. Este no es momento.

-¿Y cuándo lo será? –Rogó una respuesta él, mirándola fijamente.

-Te prometo que vendrá, pero necesito pensar. Necesito tiempo.

-Nos amamos, lo sabes tan bien como yo. No voy a renunciar a ti por algo sin sentido.

Tras aquella sentencia, Ezio se alejó de la mujer, dejándola sola en el pasillo mientras su pasos decididos retumbaban en la zona.

Si nunca te hubiera conocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora