Capítulo 7

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Muchas gracias si estás leyendo esto. Los personajes, salvo los Ocs que aparecerán, no me pertenecen.

Capítulo 7

Ezio abrió los ojos comenzando poco a poco a recordar los últimos instantes anteriores a su desmayo. Había entrado en la casa casi cargado por la chica, quien lo había tumbado en la cama donde se hallaba. Lo demás era oscuridad.

-Hola, extranjero. ¿Cómo te encuentras? –Saludó Nuray mientras continuaba curando la herida del pecho de Ezio, sentada en el borde de la cama junto a él. Este emitió un quejido cuando la morena apretó una tela mojada contra su herida sangrante.

-Dolorido... ¡Ah, eso escuece mucho!

-Lo sé, pero así no habrá infección. Has tenido suerte, Ezio. La herida de tu espalda es superficial. La del pecho es la más grave, pero el doctor dijo que no ha tocado nada importante.

-¿Y dónde está?

-Acaba de marcharse. Sólo queda vendarte la herida, ya está limpia.

El moreno vislumbró en una mesa cercana varias telas ensangrentadas junto con un par de frascos, un cuenco con agua y vendas limpias.

-Gracias por lo que hiciste.

-Eres muy valiente, pero también un loco. Si yo hubiera sido Yusuf, te habría atado a una columna. Ven, incorpórate.

El hombre se levantó con ayuda de la joven hasta quedar sentado, sonriendo tras su comentario mientras ella le vendaba con cuidado.

-La locura no es tan mala como la pintan, yo creo que más bien es un don. ¿Por qué fuiste a buscarme? ¿Temes que me ocurra algo?

-Aún tengo muchas preguntas a cerca de ti sin resolver, no me gustaría que te mataran tan pronto. –Dijo Nuray, siguiéndole el juego. -Bueno, esto ya está. Mañana te las cambiaré, intenta descansar y no moverte bruscamente.

-¿Ya te vas? –Intervino Ezio cuando vio que la mujer se ponía en pie. Ella sonrió ante el comentario, volviéndose para mirarlo.

El italiano se había levantado para encararla, ignorando el dolor de sus heridas.

-Creo que será mejor para ti que me lo agradezcas mañana. No quieras ir tan rápido.

-No puedo resistirme. Además, soy muy educado. –Murmuró acercándose lentamente hasta abrazar a la morena por la cintura, atrayéndola hacia sí para besarla.

Nuray no se resistió, dejando que la lengua del hombre invadiera su boca con lentitud, correspondiéndolo con la misma pasión mientras apoyaba su espalda contra la pared al ser empujada por Ezio.

La turca no ignoró que las manos del asesino se dirigieron a su camisa, desabrochando los botones con maestría y parsimonia, recreándose hasta llegar a su cuello.

Nuray emitió un leve gemido al sentir los labios del hombre en la zona, dejando que sus manos acariciaran la parte sana de su torso desnudo, encontrando como respuesta por parte de Ezio besos más pasionales. Fue entonces cuando este dirigió sus manos al sur del cuerpo de ella, haciendo que segundos después la chica hablara en un susurro.

-Creo que deberíamos parar aquí, Ezio.

-Estoy bien, no voy a abrirme la sutura. Creía que eras más arriesgada. –Comentó burlón y entrecortadamente, sin parar de besar el cuello y hombros de Nuray.

-No me refería a eso, aunque también es cierto, extranjero.

-¿Qué ocurre entonces?

-Aunque esto me apetece mucho, igual no es buena idea que nos acostemos.

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