4 | Todos menos uno

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Larissa

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Larissa

Grabo la combinación de mi casillero y guardo mis libros, no he podido conciliar el sueño en toda la noche por lo que ayer ha sucedido. Escucho a Valentina hablar a mi lado, pero no tengo mente para ninguna cosa de la que podría tratar ahora.

—¿Qué sucedió ayer? Intenté llamarte más tarde, pero tu teléfono marcaba como apagado. —La miro y cierro la puerta de metal para seguir caminando hasta la salida, niego con la cabeza.

—Nada.

—Oye ¿estás bien?, estuviste callada todo el día y estás pálida.

—Si, estoy bien, tengo que ir a trabajar, luego te llamo.

—Espera —Me sostiene del brazo y giro los ojos, no estoy de humor para esto—. ¿Acaso hice algo que te molestó?

—No, nada de eso, tranquila... Me quedé sin batería en el teléfono, eso es todo. —Val me abraza y la comodidad de su hombro no me deja rechazarla, las ganas de llorar vuelven a mi y tengo que apartarla un poco para que eso no pase.

—Vamos, te llevo.

Sonrío agradecida, enredando mi brazo con el suyo bajamos las escaleras de la salida para ir al estacionamiento, ambas subimos a su auto para emprender camino hasta el restaurante. En el transcurso del viaje, intenta hablar de cualquier cosa para que le dijera cómo y a dónde había ido ayer, al igual que cuando volví a casa, pero no puedo decirle nada, mi mente está en shock aún.

—Gracias por traerme.

—Puedo venir a buscarte de regreso.

—Estoy bien, gracias. —Sonrío negando y sobo su brazo para salir de su auto y saludarla con la mano, al entrar Nilda me saluda y se acerca a mi.

—Linda, si aún te sientes mal puedo cubrirte.

—Tranquila, ya estoy aquí.

Me apresuro en ponerme el delantal y empezar mi trabajo para distraerme de una vez. Solo ha pasado una hora y ya estoy exhausta, luego del encuentro que tuve ayer en mi primer experiencia con un hombre lobo, Patrick me ayudó a meditar y relajarme pensando en diferentes cosas para aceptar lo que realmente estaba pasando a mi alrededor, aunque no me sirvió para una mierda. Me niego a seguir su farsa, esa porquería no me hizo ningún efecto, me siento a repasar el menú con sus respectivos precios, y cuando llego a la parte de las ensaladas, la campanilla capta la mirada de Nilda, pero yo sigo concentrada en el menú. Esperaría a que la persona que acaba de entrar, se siente y espere unos minutos para conseguir comodidad en el lugar.

No veo al grupo de chicos que he atendido días atrás, no sé si les incomodó que preguntara sobre su amiga o si no les gustó alguna cosa, sólo espero que no les haya caído nada mal cocinado y tengamos problemas por eso.

—Linda, el chico en la mesa espera a ser atendido. —Avisa Nilda, me volteo notando a un castaño detrás del menú, asiento y me levanto para sacar mi libreta y acercarme a él.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora