26 | Yo si puedo protegerte

39 6 2
                                    

Larissa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Larissa

Friego mis ojos y me remuevo contra el cuerpo caliente que tengo a un lado, para volver a sentir el frío de las sábanas que tanto me gusta, siento cosquillas en mi cintura al notar que un brazo me rodea y frunzo el entrecejo para abrir lentamente los ojos, Erik está a mi lado rodeándome con su brazo mientras el otro se encuentra bajo mi cabeza, la palma de su mano acompaña los movimientos de mi estómago al respirar y me muevo lentamente para salir de la cama sin que se despierte. 

Abro un poco la ventana notando que ya es de día así que entro al baño para arreglarme y poder salir. Necesitaba hablar con mis amigos, ver a Patrick y volver a casa, ya no podía más guardando esto que me pesa y me lastima más de lo que creí, mis manos ahora se encuentran manchadas de sangre que yo misma derramé y por mi culpa una familia de lobos me quiere cazar, incluyendo al que creí mi novio. Bajo las escaleras alcanzando la puerta para abrirla con la llave y encontrarme a lo lejos con un hombre pálido y un arma entre sus manos mientras camina lentamente rodeando la casa.

—Disculpa.

—¿Qué hace fuera de la casa?

—Mmm, yo —Observo su tez, es demasiada pálida y en sus ojos puedo notar entrecerrando los míos como unas llamas rojizas rodeas los suyos—. Tu eres... un vampiro.

—Que observadora —bufa—. Le voy a pedir que regrese dentro.

—Tengo que ir al trabajo —Y no mentía, debía advertirle a Nilda que no dejara pasar nunca más a Sebastian y a los demás, debía por lo menos hacer algo para evitar que alguno terminara lastimado—. Erik lo entiende y es por eso que me pidió que me llevara su auto.

—Erik ya no tiene su auto.

Pestañeo ante aquello, pensando en que metí la pata. Afirmo con la cabeza y señalo uno que veo a lo lejos— Ese.

Este se voltea y levanta una ceja para volver a verme.

—¿El mio?

Afirmo cerrando los ojos y presionando los labios de forma triste. —Exacto.

El vampiro se queda estático y parpadea mirando en otra dirección mientras saca de su bolsillo trasero sus llaves, sonrío y le guiño un ojos divertida para irme antes de que el grandulón despertara. Me subo al auto oscuro y manejo lejos de la casa de Erik, acelero una vez sobre la avenida en dirección a casa, necesitaba saber que todo estaba en orden y que nadie había entrado en mi ausencia para quitarme lo único que más me importaba, salgo del auto al estacionarlo y corro hacia la entrada para abrir la puerta y encontrar todo en su lugar, miro en una esquina.

Subo las escaleras para entrar a la habitación, sacando un arma de balas de plata que había escondido tiempo atrás, detrás de mi cama por si la necesitaría en algún momento, este era el momento. Me cambio de ropa y me llevo lo necesario para salir cerrando la puerta nuevamente con el teléfono de la casa para marcarle a mi amiga, pero no contesta, supongo que está en la universidad y aunque no quería arriesgarme a ser vista, necesitaba ver a mis amigos para saber que se encontraba bien, Aidan tampoco contesta. Malditos teléfonos.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora