46 | Sabrá lo que es el dolor

18 2 0
                                    

Larissa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Larissa

Presiono los labios y lentamente miro hacia otro lado sabiendo que todos en el salón me están mirando, siento cómo Erik infla su pecho por el enojo y Patrick rodea con fuerza mi brazo para arrastrarme lejos del lugar, veo cómo Haider se voltea a vernos e intenta aproximarse, pero no quiero saber nada de él.

Salimos del gran salón hasta un invernadero y chillo al sentir dolor en mi brazo, golpeo a Patrick y logro que este se aparte, pero cierro los ojos al ver que levanta su mano para estamparla contra mi mejilla, un golpe que nunca llega gracias a que Erik sostiene su muñeca a centímetros de mi rostro.

—Aquí no —dice y miro a ambos hombres enfadados.

—¿¡Qué demonios fue lo que ese engendro dijo ahí dentro¡? —dice un Patrick completamente descontrolado— ¡Explícate!

—No tengo idea de qué...

Patrick sujeta mis brazos clavando sus uñas y pega nuestros cuerpos hablando entre dientes, jamás lo he visto tan enojado y me está lastimando— Eres una idiota, ¿En serio él?

—Patrick yo no... —siento cómo una lágrima corre por mi mejilla izquierda, no por el dolor, si no por el hecho de que sea el quien me está lastimando e hiriendo.

—Debería matarte a ti, ¿¡Por qué!?

—Es suficiente. —Dice Erik y Patrick me empuja haciéndome retroceder, mi cuerpo completo tiembla y lo veo tirar de su cabello, intenta decirme algo más, pero sólo me apunta con su dedo y se marcha del lugar, aprieto los labios y mi nariz pica aguantando las lágrimas, algo que Erik nota, pero a diferencia de Patrick, él solo pasa por mi lado golpeando mi hombro y dejándome sola.

Dejo escapar un suspiro repleto de angustia y tapo mi boca odiando con todo mi ser a Ramsay por decir aquello, cualquier cosa que diga ahora será cuestionada y nunca podrán verme de la misma forma a pesar de negar lo innegable. Me siento en una de las sillas descansando un segundo hasta que veo a Haider salir y acercarse a mi, pero seco mis lágrimas y me pongo de pie para marcharme también.

—Larissa, espera...

—Déjame en paz.

—No, escucha —dice y se apresura en alcanzarme impidiéndome el paso—, no le dije nada, te lo juro.

—Aunque te crea importa una mierda —digo fregando mis mejillas por las lágrimas que hacen picar mi piel, continúo caminando, pero Haider vuelve a detener mi paso.

—No puedes irte así y si lo haces se enojarán... Larissa.

—¡Y yo no quiero quiero que me molestes una vez en la puta vida, Haider! —digo casi a los gritos y retrocedo pasando por su lado para irme sola. Sé que es inútil decirle las cosas, porque es muy terco cómo para dejarme sola, pero necesito estarlo, no quiero saber más nada de lo ridículo y estúpido que se sintió estar allí dentro.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora