13 | Salvando traseros de niños lobos

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Larissa

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Larissa

Presiono mis ojos y los friego al sentir como la luz solar entra por la pequeña ventana, aunque este lugar sea un laberinto subterráneo tiene sus diminutos encantos, abro los ojos y me volteo hacía el otro lado para encontrarme a un Erik muy dormido, sus labios apenas entreabiertos, su pecho desnudo se infla en cada inhalación de oxígeno y al exhalar, vuelve a bajar, saco mi teléfono para ver la hora notando que tengo varios mensajes, uno entre ellos es de Haider.

Al leerlo, este dice que no se encuentra bien y por ese motivo faltó a clase, suspiro con pesadez pensando en que ahora sería yo la que faltaría, me levanto despacio para estirar mi cuerpo y no despertar a Erik, descanso un momento en la orilla al recordar la parálisis en mi espalda y ya no sentir dolor alguno. Me dirijo hasta el baño y le envío un mensaje a Valentina, peino mi cabello con mis dedos frente al espejo y me quito la ropa decidida en darme una relajante baño, al ver mi espalda en el espejo, noto una pequeña cicatriz en mi zona lumbar, sintiendo un poco de dolor al tocarla ya que sigue inflamada, estudiando que de seguro se iría en un par de días.

Busco una toalla en el mueble a un costado de la ducha y envuelvo mi cuerpo para salir del baño, el ruidoso hombre que ahora duerme con la boca abierta comienza a roncar, dudo que se moleste si le quito algo de su ropa, al final lo culparía por ello al no llevarme a casa. Me decido por una camisa blanca de su closet, lo suficientemente larga para cubrir la mitad de mis muslos y también una gabardina que llega casi hasta mis tobillos, se me ve muy grande, pero es lo único que me salvaría ahora ya que mi ropa esta toda sucia y lo único que vuelvo a ponerme son mis zapatos.

Al guardar mi ropa dentro del abrigo, salgo hasta el pasillo y camino en dirección al gimnasio, donde he dejado todas mis cosas ayer por la tarde, Sara se encuentra entrenando con un bastón muy entretenida hasta que me ve y se acerca a mí.

—Hola, ¿cómo te sientes?

—Mucho mejor, necesitaba descansar.

—Ya veo... ¿eso es de Erik? —pregunta señalando la gabardina.

—Si. —Sonrío a medias mientras ella alza una ceja.

—¿Dormiste aquí anoche? —su entrecejo empieza a fruncirse.

—No. —Contesto tajante al tomar mi mochila dando media vuelta para salir de aquí.

Buscando alguna cara conocida veo a Samuel entre un grupo de personas concentradas en diferentes planos sobre una mesa.

—Hola —saludo a todos, algunos asienten mientras otros me saludan de la misma manera.

Samuel por su parte, me regala una sonrisa, extiende sus brazos y no rechazo su abrazo.

—Que bueno verte mejor, estábamos preocupados —dice señalando a los demás, Adel y su hermano Thor, están entre ellos.

Una de las chicas que hay en el grupo me inspecciona con la mirada, ajustando su cabello rubio en una colega se da la vuelta para seguir conversando con los demás sobre no sé qué.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora