35 | Cuando pierdes el control

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Larissa

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Larissa

—Siéntate —le digo y me hace caso, camina unos metros hasta llegar a mi cama, se quita el abrigo y lo deja encima, se sienta y vuelve a mirarme mientras no bajo mi postura interrogativa— ¿Qué fue lo que viste?

Aidan baja la cabeza y se rasca la piel que rodea sus uñas, me aproximo arrodillada y uno nuestras manos para que vuelva a verme, no quiero que sea débil, que sus sentimientos lo compriman por algo que no pude evitar porque no sabía que existía una lucha interna en Valentina, por apostar por un hombre lobo que le arruinará la vida o sus mejores amigos de toda la infancia. Me siento a su lado y paso un brazo por sus hombros, Aidan seca sus lágrimas y carraspea la garganta para alzar la vista y murmurar.

—Luego de recibir la carta, pasamos por el pueblo al venir aqui... Nos detuvimos en un parque, frente a este —se silencia y traga duro, vuelve a bajar la cabeza y sobo su espalda dándole todo mi apoyo—, ambos estaban allí, parecían tan... despreocupados, por si alguien los mirara.

—¿Qué hacían?

—Cenaban, en un restaurante —sus palabras rebotan en mi cabeza y pienso en mi antiguo trabajo, suelto a mi amigo y apoyo mis manos en las rodillas, intentando inhalar aire. Decirle que Nilda está muerta sería un golpe muy duro y estoy segura de que necesita descansar, también se que tiene preguntas, las cuales contestaré, pero con tiempo, porque soy yo la responsable de que esté aquí y aunque no quite el hecho de que ahora sea mi responsabilidad, también acabo de enterarme muchas cosas sola. 

—Necesitas dormir un poco.

—Larissa...

—Descansa —le digo y me levanto de la cama, camino hasta la puerta y me volteo a mirarlo antes de salir—, pediré que te envíen comida.

—¿No entiendo nada, es un ataque? Nadie en el pueblo dijo nada, ni parecían preocupados, ¿Por qué estamos en un búnker?

—Aidan, para... Por favor, necesito arreglar un asunto —miento—, duerme un poco.

Salgo y cierro la puerta antes de escuchar algo más, empiezo a pensar que esto fue una muy mala idea, pero suspiro más aliviada por estar sola en los pasillos y pienso en lo que y cómo debo contarle las cosas a Adian, ya no hay salida. Sin darme cuenta tropiezo con una lata que contiene una vela y esta se apaga, el ruido llama la atención de dos tipos y al ver que se trata del decorativo en la puerta de Chloe los miro y les digo —Limpien esto, estoy cansada. 

Los paso por al lado mientras estos acatan mi orden, salgo del lugar por algo de aire fresco así que cruzo el cuartel central y salgo por el garaje que está abierto, no hago contacto visual con nadie y tampoco encuentro a alguien que me siguiera hacia la salida, el frío envuelve mi cuerpo pensando en que estuve mucho tiempo con el abrigo dentro y ya me acostumbré a la temperatura, que ahora me es inevitable no sentir el helado invierno que está por partir. Mis ojos captan el bosque, está atardeciendo y lo único que nos queda antes de cerrar todo es ordenar algunas semillas en el pequeño invernadero que hace poco tiempo se creo, cerca de la casa abandonada que oculta el búnker bajo tierra.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora