7 | Tengo que graduarme

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Haider

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Haider

Arranco el auto después de dejar a Catelyn en la escuela directo a la universidad. Me sentía culpable por no haber estado para ella en el momento de nuestra transformación, pero pudo comprender que estaba a salvo en casa con mi madre y dijo que no había inconveniente, siempre y cuando estemos juntos luego.

A veces pienso que ella se preocupa más por mi que por ella misma, estaciono el auto y bajo de este guardando el fino brazalete en mi bolsillo, solo espero que Larissa no se haya dado cuenta de que se lo quité cuando la llevé a su casa, necesitaba una excusa para volver a hablarle y lo primero y único que se cruzó por mi mente fue esto.

Inhalo aire limpio y camino hasta la entrada buscándola por todos lados hasta que la encuentro guardando sus libros en su casilla, debía asegurarme de que estuviera bien y que no supiera absolutamente nada sobre nosotros, lo que en verdad somos. Me acerco hasta su casillero abierto con una sonrisa en el rostro, es mucho más hermosa a pesar de tener un tono más oscuro debajo de sus hermosos ojos, signos de que no había dormido nada durante horas.

—Hola —saludo y Larissa levanta la vista para mirarme, pestañea un par de veces antes de volver a sí misma con una sonrisa.

—Tu —sonríe también.

—Yo

—¿Qué haces aquí? Digo... es la universidad, debes estar aquí pero... ya, olvídalo. —empiezo a reír cuando su rostro se ruboriza bastante, levanto el brazalete y ella al verlo frunce el ceño.

—Estaba en mi auto, debió caerse antes de que salieras.

Larissa separa sus labios y sube la vista hasta mis ojos negando con la cabeza y extendiendo su mano para tomar el brazalete.

—Yo no lo había notado, gracias Haider.

—No es nada —vuelvo a meter las manos en mis bolsillos observando como lo guarda en el bolsillo de su mochila—. ¿Tienes a Hoffman?

Bufa y alza la vista para mirarme —Las cuatro horas más tediosas de mi vida... ¿tu igual?

—Si, iba directo hasta que te vi. Podemos ir juntos.

—Claro, déjame terminar de guardar estas cosas y ya.

—Está bien, ¿cómo está tu brazo?

—¿Qué?

—Tu brazo, el otro día vi que lo tenías lastimado. —se lo señalo y cuando levanto la vista, Larissa la baja apretando los labios.

—Estoy mejor, solo —mira hacia un costado y luego a mí, puedo notar como intenta inventar algo—, un accidente.

Cierra su casillero y cuelga la mochila en un hombro para empezar a caminar uniéndome a ella mientras le hablaba para saber más. Me gusta verla sonreír, sus dientes blancos tienen el poder de robar la atención de cualquiera mientras sus pómulos se inflan y levantan, achinando sus ojos hasta cerrarlos.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora