33 | Cortar el problema, desde la raíz

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Larissa

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Larissa

Ha pasado un día después de haber encontrado a mi mejor amiga con Sebastian, no contesta mis llamadas, cuando fui a por ella la camioneta que Patrick me dió seguía intacta y no sé donde está, le pregunté a Aidan pero solo responde que está en su casa, mientras su madre dice que está con sus amigas de la universidad. Es toda una montaña rusa, no solo de emociones sino de vaivenes que no terminan, termino de escribir la carta y me pongo de pie para salir de la habitación, era lo correcto, difícil, pero lo mejor que puedo hacer para que supiera la verdad antes que los otros y confiara en mi, es de esta forma. Termino de escribir la carta y la firmo para luego grabar en ella

"Te esperaré...
Larissa."

Doblo la hoja y la guardo dentro de un sobre con el nombre para quien va dirigida, me apresuro en salir del cuarto y corro entre los pasillos hasta llegar al cuartel central y ver al guardián de Erik entre todos los demás, me acerco a él y cuando me ve, sus ojos se vuelven más rojos.

—Necesito que me hagas un favor.

—No me digas, mi auto, ya no está —suspiro—. Y Erik jamás dejaría que vuelva a ser coaccionado por ti.

—Eso fue un error, sabes.. olvídalo, y tu auto está en mi universidad, puedes encontrarlo allí.

—¿Y las llaves?

Mi rostro se inmuta ante su pregunta —Mmm, bueno... con respecto a eso... ¡vamos, por favor! Puedes conseguir otras, solo necesito que le envíes esto a alguien. Tiene la dirección y su nombre, solo dáselo y regresa.

Este presiona los labios y me mira tajante, me quita el sobre de las manos y se da la vuelta para marcharse, giro sobre mis pies viendo a los demás hacer de lo suyo, esperando a que los otros regresen con noticias, veo mis manos y lo último que quiero es recibir la noticia de que Erik está herido, otra vez.


6 HORAS ANTES

Reviso todo el lugar esperando encontrar a Valentina, pero salgo de la casa dándome por vencida y dejando mi vehículo a la deriva, no iba a cortar cables, ¿Donde mierda se ha metido? Bufo y saco mi teléfono marcándole a Samuel para que viniera por mi, mientras lo espero, camino de regreso al centro de la ciudad y distingo a unas cuantas personas ir en dirección al restaurante, sin querer pensar en aquello, ni siquiera pude asistir al funeral de Nilda, esas cosas nunca me fueron bien. Sigo caminando, mirando los árboles a mi alrededor hasta que un auto que conozco se aproxima, cruzo la pequeña rotonda y veo a mi amigo abrir la puerta del copiloto. 

—Vámonos.

—¿Me dirás qué sucedió?

—Solo conduce.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora