37 | Soy lo único que puede protegerte

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Larissa

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Larissa

Me remuevo al sentir el otro lado de la cama vacía, abro lentamente los ojos descubriendo el silencio seguido del agua caer y la puerta del baño entre abierta, me siento en la cama estirando mis brazos, dejando caer la sábana que cubre mi desnudez. Me arrastro por el colchón fregando mis ojos, notando como la ropa está tirada en el suelo al igual que mis zapatos y me pongo de pie caminando hasta el baño, abro la puerta a la vez que el vapor me atrapa y humedece  mi piel. 

Enjuago un poco mi boca para no tener mal sabor al tragar y tomo un poco de agua de esta, estoy sedienta y todo se lo debo a lo que pasó anoche, miro hacia un costado, la silueta de Erik se nota detrás de la tela en la bañera así que me acerco y lentamente la abro, este se da cuenta y me mira por completo, bajando la vista por mi piel se voltea hacia mi y me meto con él. Primero paso un pie y luego el otro, estos se mojan despertándome más al igual que el agua que cae sobre mi cabeza, está caliente, pero como me gusta sentir en una fría mañana. 

Mojo por completo mi cabello y él sigue enjabonándose —Te llevaré de regreso al búnker.

—No puedo —digo rápido y él vuelve la vista a mi—, debo ir con Aidan a la universidad.

—Larissa...

—No tiene idea, apenas pude hablar con él ayer ¿Tienes idea lo que será explicárselo todo?

—Enséñale a Samuel.

—¿Cómo conmigo? Gracias por la sugerencia, pero no —cuando intento voltearme para mojar mi rostro con el chorro de agua directo, Erik sostiene mi brazo y me voltea a verlo.

—Nunca debiste llamarlo, ¿Sabes el peligro que corren todos igual que nosotros si todo el pueblo llega a enterarse? —pregunta serio.

—Se lo preguntaré a Sebastian cuando lo vea y cuestione el por qué mi amiga está con ellos ahora —refuto y me mira extrañado—. Lo que oyes, Valentina está con él, no se como mierda logró que me odie hasta el punto de apuntarme con un arma, por eso llamé a Aidan, es la única persona que puede hacerla recapacitar y lo necesito de mi lado ahora. Ella no confía en mi.

—Es problema suyo, Valentina sabe que si se entromete terminará muerta.

—Cuidado —me acerco a él dejando a un lado la desventaja por ser más baja y que mi rostro apenas llega a su pecho—, si alguien la toca, esa seré yo.

Erik baja su cabeza y se adelanta, haciéndome retroceder y pegar mi espalda a los azulejos que rodean la ducha —No me provoques, chiquilla, que ambos sabemos que no podrías volver a acercar ni un solo pie a ese lugar sin mi ayuda.

—¿Ya te he dicho que te pudras? Estoy hasta las bolas que no tengo el que me crean inferior, cuando en todo este tiempo lo que hice fue más grande que lo que tu has llegado a conseguir desde que te convirtieron.

Su golpe a un lado de mi cabeza me hace retumbar y me pego por completo a la pared —Eres una desagradecida hija de ...

—Eh cuidado como te refieres a mi madre, he aprendido del mejor a serlo, ¿No te parece?

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora