20 | Breckenridge, aquí lo tienes

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Valentina

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Valentina

Después de la práctica con las animadoras nos dirigimos hasta los vestuarios, saco de mi bolso mi jabón y todo lo necesario para asearme antes de salir, así que me acerco a una ducha y la enciendo para encerrarme en las cuatro paredes para ducharme, tarareo una canción mientras pienso en lo mal que jugó el equipo hoy, lo suficiente como para captar la atención de todas nosotras y mirar el juego hasta que acabó. No se que sucedía con Aidan, sabía que no estaba pasando un buen momento por la muerte de su abuela, pero no parecía cuando le preguntaba si necesitaba algo y me decía que estaba bien.

Al terminar, cubro mi cuerpo con una toalla y salgo hasta el vestidor para cambiarme y cepillar mi cabello, algunas chicas me saludan al pasar por mi lado encaminándose hasta la salida, reviso mi celular y le mando un mensaje a Aidan para que nos encontremos en la biblioteca luego de que saliera, necesitaba hablar con él. Me pongo los pantalones y una camisa que siempre guardo en mi casillero, junto mis cosas y salgo despidiéndome de Sam y Lara.

Camino por los corredores hasta la biblioteca esperando a que Dorothy no se encuentre, a esta hora debía salir temprano. Entro sin hacer ruido y dejo mis cosas arriba de su escritorio para caminar mientras me fijo en mi teléfono, le marco a Larissa, pero no contesta, esto de que no responda ya empezaba a molestarme, me ponía nerviosa cada vez que no lo hacía y después de lo que le pasó no podía estar un día sin saber en qué cosas anda.

Solo espero que su teléfono no tuviera batería, sino va a pagarlas. Me siento encima de una de las mesas al apartar unos libros y contesto el mensaje de mamá diciéndole que no me espere para la cena, no quería volver a casa así que me entretendré con Aidan o molestaré a Larissa yendo a su casa para no tolerar a mi padre.

Escucho la puerta abrirse y observo entrar a Aidan, dejando sus cosas al lado de las mías para acercarse hasta mi, bajo de la mesa y me aproximo a él para guardar mi teléfono y tomar su rostro entre mis manos, estaba perdido en sus pensamientos y es por eso que no podía concentrarse en la práctica, beso sus labios y rodeo su cuello en un abrazo que recibe gustoso.

—¿Qué sucede? La herida...

—No, solo estoy cansado, ¿Quieres comer algo?

—Aidan

—Estoy bien, nena, no te preocupes.

—Pues lo hago, ¿Es por tu abuela?

—No lo sé, yo... me siento extraño, no... no puedo concentrarme. El profesor dijo que debía subir mis notas de análisis para continuar en el equipo y creo que eso, más lo que sucede fuera de la universidad, me desconcentra.

Suspiro y beso su frente para volver a sentarme sobre la mesa abriendo mis piernas para ubicarlo entre ellas —Tranquilo, podemos escaparnos siempre que no queramos ir a casa —digo con una sonrisa malvada.

—Val

—No empieces.

—Sabes que no puedes evitar a tus padres todo el tiempo.

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora