42 | Quiero ser la cazadora

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Atención: contenido +21 no apto para todo público, suplico responsabilidad a la hora de leer y si no gustas, saltea parte de este capítulo cuando te des cuenta ya que hay escenas las cuales pueden ser un tanto violentas para algunas personas, no se justifican las acciones de los personajes y lo que suceda en cada capítulo se determinará si está bien o mal en el mismo.

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Larissa

—¡Acelera! —le digo a Aidan cuando Samuel y Cameron bajas para correr tras Flavio, escuchamos aullidos y ruego internamente porque no haya llegado y ahora todos sepan la verdad, veo a lo lejos la mano estirada de Cameron y le señalo a Aidan por donde ir.

Bajo de la camioneta cuando frenamos y camino rápidamente hasta Flavio que es sostenido por Samuel con fuerza, él me mira con furia y una sonrisa cortada por la sangre en su labio.

—Puta —masculla.

—Suéltalo —murmuro.

—¿De qué hablas? —Samuel alza la vista y duda, pero me hace caso y tanto él cómo Cameron lo rodean para que no intente nada.

—Morirás.

—Todos lo haremos en algún momento —reafirmo—, a algunos no les molesta morir ahora porque dicen ser parte de la línea temporal de la naturaleza, vivir para morir, pero otros... Le temen tanto cómo a la vida misma.

—¿Y tú, en qué bando estás? —pregunta mostrando sus dientes, bajo la vista pisando con firmeza hasta que me detengo y la levanto para mirarlo a los ojos.

—En el mío —contesto y Flavio se abalanza sobre mi, antes de que alguno de los chicos lo alcance, abro mis ojos a la par al igual que él cuando siento el filo de la estaca dentro, él clava sus uñas en mis hombros y chillo cuando caemos al suelo de rodillas. Sostengo a Flavio clavando más la estaca en su pecho para girarlo y escucharlo jadear de dolor, hasta que empieza a perder fuerza y su boca se cierra—, jamás olvidaré tu sacrificio —murmuro bajando la vista.

Cierro los ojos conteniendo las ganas de llorar y cuando siento que el cuerpo de Flavio pierde vida, lo suelto. Me alejo un poco para apoyar mis brazos sobre mis rodillas flexionadas y bajo la cabeza, él no era mi amigo, pero fue la persona que me ayudó a encontrar a Aidan, la que pocas veces me hizo sentir bien acompañada rodeada de todos estos seres sobrenaturales, por más de ser uno. Limpio mi mejilla recordando que tengo un rasguño por donde la sangre seca pica y alzo la vista al notar la mano tendida de Samuel para ayudarme a levantar.

—¿Estás bien?

—Si —respondo y limpio mi trasero para mirar el cuerpo de Flavio en el suelo—, encárguense de él.

—¿A dónde lo llevamos? No es seguro en el búnker, ni en la casa.

—Con Haider, él sabrá que hacer —digo y me volteo para ir hasta el jeep seguida de Aidan para subirnos y dejar a los dos restantes hacer lo que les pedí. 

| ATRACCIÓN ETÉREA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora