Prólogo.

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Año 2005. La Toscana, Italia.

Su cuerpo estaba lleno de pequeñas heridas que le había hecho su padre al cortarle con los restos de aquella botella de vino barato con la que lo había golpeado cruelmente minutos atrás.

Alessandro tan solo tenía seis añitos y era un niño escuálido, frágil e indiferente ante su situación a la que estaba acostumbrado, pues prefería recibir él mismo las palizas de su padre, antes que ver a su madre sufriéndolas.

Su madre era un ángel; uno, que siempre se sacrificaba por él, por lo que su hermosa figura estaba cubierta de moratones y magulladuras.

Y esa era su miserable familia.

Una madre bondadosa que trabajaba como una mula para mantenerlos sin poder a penas llegar a fin de mes, y un padre cruel, adicto al alcohol y a las apuestas, que conseguía llevarse todo el dinero que ella trataba de ahorrar para el futuro de su niño.

En ese punto, el propio Alessandro, no podía evitar pensar en las inexistentes cosas buenas que había visto su ángel en aquel horrible demonio.

Alessandro, era un niño inteligente, al que la vida le hizo madurar antes de tiempo y por lo tanto la desconfianza era una de sus grandes debilidades.

Solitario, en uno de los rincones de la escuela, era considerado uno de los niños más problemáticos de la institución educativa a la que acudía y en la que sufría un continuo acoso que mantenía y aguantaba en silencio, pues, aunque los profesores lo notaban, no era algo por lo que se preocuparan en exceso.

Por eso, cuando uno de esos días su padre desapareció por la pérdida de una gran apuesta que no podía pagar y su madre encontró a un nuevo hombre, él no pudo evitar alegrarse.

Los acreedores de su padre habían ido amenazando a su madre con matarlo si no pagaba la deuda, pero el jefe, tras comprobar la situación de ambos, se los llevó con él y los cuidó mientras se enamoraba perdidamente de ella.

Finalmente, Alessandro consiguió una familia amorosa.

Ya tenía un hermoso ángel, pero ahora, se habían añadido un padre amoroso y un hermano inefable al que adoraba con todo su ser.

Año 2006. La Toscana, Italia.

Alessandro había cumplido los siete años cuando fue introducido en la mafia como el nuevo joven maestro, el segundo hijo del jefe.

Tras un verano con su maravillosa y nueva familia, Alessandro pensó que realmente tendría que volver a ese infierno al que llamaban colegio, pero tras enterarse de su situación, su hermano Giovanni golpeó casi hasta la muerte a cada uno de los niños pequeños que lo maltrataban.

En ese momento Giovanni tenía doce años. Era cinco años mayor que Alessandro y lo cuidaba y lo sobreprotegía en exceso. Su débil y delicado hermano era más preciado que un valioso diamante.

El primer día que vio sus brazos llenos de golpes y pequeñas cicatrices, un sentimiento de furia incontrolable en su interior surgió con violencia.

Y mientras él apretaba con fuerza los puños en un intento de no cometer ninguna locura, le llamó la atención el inexpresivo rostro del niño.

Alessandro no emitía emoción ninguna, como si realmente estuviese tan acostumbrado al dolor que ya no pudiera sentirlo.

En ese mismo instante, fue cuando Giovanni se lo propuso.

Él tenía cuidar de ese niño escuálido, bonito y delicado.

Él debía conseguir que esa maldita mirada de indiferencia por la vida desapareciera o fuera olvidada, pues la vida era lo más valioso que poseía el ser humano.

Alessandro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora