Año 2008. La Toscana, Italia.
El día en el Carlo Montesino se enteró de la verdad no pudo evitar sentir un odio tremendo hacia su padre.
Todavía podía recordar la sangre brotando de las muñecas de su madre mientras el vapor inundaba el baño y el agua se desbordaba por la bañera.
Todo había sido culpa de esa fulana Bellucci quién abrió las piernas de par en par para seducir a su infiel padre.
Su madre no tenía la culpa de nada.
Ella amaba a su marido de corazón y por eso no pudo evitar dejar que la rabia fluyera por sus venas cuando Francesco Montesino decidió ocultar el suicidio de su madre declarando que su forma de morir había sido un pecado y una vergüenza para la familia, un tabú que no podría salir a la luz porque sería perjudicial para su reputación.
Para Carlo, Carina Rossi se merecía algo mucho más digno que eso.
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Años 1997, 1998 y 1999. La Toscana, Italia.
La pobre mujer había sacrificado todos los activos empresariales de su familia para que el Clan Montesino pudiese sobrevivir, había convencido a su padre para invertir en aquel negocio perdido y aunque los Montesino se iban recuperado económicamente poco a poco, el Clan Rossi cayó de golpe en la quiebra.
Nadie pudo hacer nada para evitarlo, el hijo mayor murió en un accidente de coche, el padre de familia de un ataque al corazón y la madre de pena al perderlos a todos.
Francesco había intentado complacerla en todo porque sentía un amargo un sentimiento de culpabilidad, pero eso no sirvió de nada.
Carina no necesitaba lujosos regalos, solo quería el amor y la atención de su esposo.
Como consecuencia, algo se rompió dentro de aquella mujer que dependía tanto de él debido a que no tenía nada más en el mundo, cuando ese hombre al que amaba le pidió el divorcio para casarse con una jovencita proveniente de una enorme y rica familia.
Carina al lado de aquella joven alegre, pura y vivaz no valía nada y su esposo había dejado de prestarle atención, de verla, de pasar tiempo con ella y lo peor de todo, había descuidado a su hijo, a su pequeño Carlo, al fruto de su matrimonio y eso sí que no lo pudo soportar.
Ella era una mujer fría, elegante y majestuosa y se sentía tan humillada cada vez que los veía a ambos juntos disfrutar de su amor que ya no pudo seguir fingiendo que todo estaba bien.
Por eso, un día se lo dijo directamente, a la cara y sin tapujos.
Harta de aguantar todo aquel teatrillo barato, Carina dejó de fingir indiferencia ante la situación y encaró a Alessa con un discurso cargado de toda aquella sinceridad venenosa que había ocultado en lo más profundo de su corazón.
Le confesó lo humillante que era ver cómo su esposo la ignoraba, le contó lo duro que era ver a su hijo crecer sin amor paternal, le dijo lo mucho que la odiaba por haber destrozado su vida entera y le deseo la peor de las muertes y el destino más terrible que pudiese existir.
Y no se sintió mejor tras hacerlo porque Alessa no era una mala mujer, su naturaleza era comprensiva y en vez de abofetearla como toda persona normal hubiera hecho, la abrazó con ternura y la consoló durante toda la noche.
Al día siguiente, cuando Carina despertó, Alessa ya había abandonado la mansión dejando atrás todo lo que le había robado y por primera vez pudo descansar tranquila, aliviada sabiendo que aquel terrible huracán se había marchado.
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Alessandro.
RomanceAlessandro Salvatore lleva seis años huyendo de su hermanastro. Si él lo encuentra, sabe que no será capaz de abandonarlo de nuevo. Giovanni Salvatore, es el jefe de la mafia italiana más importante del mundo. Contrabando, drogas, desarrollo de arma...