Capítulo 27.

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Año 2021. Italia, La Toscana.

Sebastián sintió que ese era el momento correcto mientras sostenía la pequeña caja entre sus manos recordando la dulce sonrisa de la persona que se la había dado años atrás.

El viejo mayordomo había pasado demasiados años guardando la villa Salvatore y, por lo tanto, sus ojos habían visto el desarrollo varias generaciones de esa poderosa familia.

Él desconocía el contenido de aquel paquete o su valor real, pero se sintió gratamente sorprendido cuando Alessa Salvatore le pidió que lo escondiera en la caja fuerte de la mansión para que su pequeño Alessandro lo heredase al cumplir la mayoría de edad.

Sebastián nunca había cuestionado las órdenes de su señora y mientras limpiaba con cuidado aquella secreta habitación, lo encontró y pensó de inmediato que Alessandro debía tenerlo.

El anciano se agachó con agilidad para recoger el obsequio y recordó, que esa no era la primera vez que trataba de que Alessandro guardase el pequeño regalo.

Años atrás, antes de que el joven huyese, Sebastián había tratado de contarle que aquel objeto que se escondía dentro de la caja era una reliquia que iba pasando por las manos de la familia de Alessa, y que al igual que su madre se lo había otorgado a ella, ese amuleto estaba destinado a ser de él.

¿Qué tipo de objeto valioso contendría?

Debía ser algo importante ya que en la caja fuerte de la mansión Salvatore solo se custodiaban objetos y papeles de valor incalculable y la respuesta no tardó en llegar.

Sorprendentemente no era más que un antiguo reloj de bolsillo que ni siquiera funcionaba.

La tapa tenía hermosos grabados que, del desgastamiento, ya habían perdido su brillo y la vieja plata de la que estaba hecho el objeto, no era más que un trozo de metal oxidado.

Lo único positivo que tenía aquel objeto era la hermosa piedra brillante que unía la esfera con la larga cadena y que probablemente, sería solo bisutería.

Quizá había alguna frase escrita en el papel interior de este, pero la única letra distinguible era una A.

Y aunque su joven maestro se ilusionó tomando la reliquia con delicadeza, Sebastián no pudo evitar poner una cara extraña.

Seguramente ese reloj tenía muchísimo valor sentimental, pero por su experiencia, aquella pieza oxidada y vieja no merecía haber reposado en una bóveda rodeado de objetos de tal magnitud y, aun así, Fabrizio Salvatore lo permitió.

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El ánimo de Alessandro no era el mejor ya que ni siquiera había tenido la oportunidad de verle un solo pelo a Giovanni mientras había estado recuperándose en ese lugar que tanto odiaba, pero cuando el mayordomo le mostró la cajita explicándole que era un recuerdo de su madre, él no pudo evitar emocionarse.

Alessandro no había heredado muchas cosas de su Ángel, quién era más bien humilde y sencilla y lo único de valor que tenía para mantenerla en su memoria era la vieja casa playera y el enorme piano de cola que se encontraba en el ático de esta.

Sí, eso debía ser una buena señal.

Un amuleto de la suerte.

Y no se equivocaba ya que, tras tomarlo entre sus manos, la puerta se abrió de golpe mientras que su mejor amigo entraba y le abrazaba tiernamente.

¡John estaba allí, a su lado, y eso no era un sueño!

Después de haber estado una semana encamado, solo y triste por la ruptura repentina de su futuro, tenerlo allí para que le hiciese compañía y lo animase, era como un milagro.

Alessandro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora