Año 2021. La Toscana, Italia.
John pisó el acelerador pensando en cómo escapar ileso mientras que el silencio se hacía presente en el vehículo.
Los latidos desbocados del corazón de Carlo se podían escuchar junto al chirrido de las llantas quemadas por el exceso de velocidad debido a que este, jamás se había encontrado en una persecución de tal calibre.
Por primera vez, Carlo Montesino maldijo con ganas la gran extensión del territorio Salvatore, pues, aunque ya no estaban cerca de la mansión principal, la carretera que recorría las hectáreas que poseía la familia no se acababa.
Las fincas que rodeaban la casa de los Salvatore no eran sitios por los que la gente se atreviera a adentrarse sin pensárselo dos veces, por lo que el número de vigilantes o personal al que poder pedirles ayuda era escaso.
Y aunque, si corrían hacia el pueblo más cercano, ambos podrían auxiliarse momentáneamente de los intrusos, ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar que más gente inocente saliese herida.
Quizá John estuviese algo más acostumbrado a sentir semejantes subidones de adrenalina, pero a Carlo Montesino, jamás lo habían tratado de asesinar y aquellos delincuentes, eran profesionales porque el que los había disparado, era un francotirador que no había acertado, debido al descuido previo que tuvo conduciendo y a la alta velocidad a la que iban.
Ellos debían llegar a la ciudad.
John sabía que esa organización criminal no se arriesgaría a tocarlos en medio de un lugar tan grande y concurrido como Florencia, y por eso, pensó en acudir rápidamente a la policía sin esperar que estos, aparte de no los escucharlos, los metiesen directamente tras las rejas.
Al llegar a la ciudad, y mientras que John seguía las indicaciones de Carlo para llegar a la comisaría, nadie podía evitar el no mirarlos.
El elegante vehículo que John en el que iban montados estaba hecho trizas, con los cristales rotos y una de las ruedas medio reventada.
El coche perdía aceite y gasolina a medida que recorrían las calles del centro y de casualidad, el dueño de la pequeña empresa que se lo había alquilado, al ver su BMW granate tan maltratado, solo pudo saltar de la indignación mientras denunciaba el robo del vehículo totalmente convencido de que ninguno de los dos rufianes que allí montaban, podía ser el brillante joven que le ofreció ese buen precio semanas atrás.
La cara de Carlo era todo un poema a sabiendas, de que jamás había estado en semejante situación en su vida.
En un solo día, lo habían tratado de matar, se había herido los brazos y la cara por los malditos cristales rotos de la luna del coche y para su mala suerte, había acabado en comisaría con el tipo que se había reído de él el día de su ruptura en un bar gay de mala muerte.
"¿Podrían ir las cosas a peor?"
Se preguntó, antes de darse cuenta de que ninguno de los dos llevaba documentación encima lo que les hizo ir directamente a una celda poco limpia en la que, al parecer mendigos de barrios bajos, ninguno de los policías se les acercó para llevarles unos primeros auxilios y aunque las heridas eran superficiales y poco profundas, para alguien como él que jamás había experimentado el dolor, se le hicieron demasiado molestas.
"Ese debía ser el karma por haber sido tan estúpido durante toda su vida."
Se dijo a sí mismo mientras aceptaba el pañuelo bordado que John le había tendido mientras trataba de sacar los cristales que se habían incrustado en su piel y en la de su compañero.
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Alessandro.
RomanceAlessandro Salvatore lleva seis años huyendo de su hermanastro. Si él lo encuentra, sabe que no será capaz de abandonarlo de nuevo. Giovanni Salvatore, es el jefe de la mafia italiana más importante del mundo. Contrabando, drogas, desarrollo de arma...