Capítulo 24.

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Año 2021. Nueva York, Estados Unidos.

Fiorella Salvatore no podía dejar de maldecir a los cuatro vientos.

¿Cómo demonios habían acabado esos hermanos regresando Italia?

¿De qué manera había terminado Alessandro con una bala en pleno estómago?

¿Qué había hecho esta vez Giovanni?

Fiorella era considerada la deidad de los Salvatore.

Aunque aquella hermosa mujer tenía un carácter amable y noble que la hacían ser la persona más cuerda de todo el clan, Sebastián sintió que un mareo atacaba su cabeza cuando a través del portátil notó como su semblante oscurecía.

Ella era una Salvatore que no se podía ofender con facilidad porque cuando la furia invadía su cuerpo las consecuencias de tentarla eran incluso peores que las de molestar a Giovanni.

Y en aquel preciso momento, Sebastián supo que había tocado el culmen de su paciencia cuando mencionó la intervención de Carlo Montesino en aquel asunto y aún peor, cuando le confesó que Giovanni había hecho la vista gorda únicamente dedicándose a cortar sus lazos con aquella despreciable familia.

El corazón del anciano latía con fuerza una y otra vez.

No se atrevía a comentarle la relación sanguínea que tenía su joven maestro con Francesco Montesino porque preveía que el rostro de Fiorella pasaría por todos los colores del arcoíris antes de decidir la aniquilación completa de aquella importante familia italiana cuya influencia mantenía a flote la economía del país.

Pero tarde o temprano tenía que soltar la bomba por lo que el pobre viejo se preguntó mientras suspiraba profundamente sobre los grandes errores que debía haber cometido en su vida pasada para conseguir que el destino le hubiera adjudicado el puesto de mayordomo en la Familia Salvatore.

Y mientras lo pensaba, tratando de sonar lo más casual posible Sebastián se lo dijo para acabar cuanto antes con esa llamada infernal que probablemente arruinaría su paz durante algunos meses en los que tendría que dedicarse a limpiar los desastres que causarían los miembros de su clan.

Pero la reacción de Fiorella fue totalmente opuesta a lo que se había imaginado.

La Salvatore no dijo nada y simplemente cortó la videollamada alegando una rápida despedida mientras pensaba:

"Se acabó".

Giovanni era su primo más querido, pero había llegado demasiado lejos.

Ella ya no podía permitir aquel maltrato hacia Alessandro al que había cuidado prácticamente como su bebé después del fallecimiento de sus padres cuando él tenía doce años.

Alessandro merecía alguien que lo quisiera, que lo valorara y que lograse borrar aquellos rastros de tristeza de su vida y si Giovanni no iba a hacerlo, al menos Fiorella debía darle esa oportunidad a alguien más.

Fiorella Salvatore jamás había contradicho una orden de su primo y siempre le había apoyado silenciosamente pero quizá Giovanni necesitase un pequeño empujón para reaccionar y darse cuenta de que su pequeño Alessandro no iba a ser siempre suyo.

Para ella, su primo era un alma libre y si Giovanni no iba a amarlo, sería mejor que el tal John lo hiciera y por eso se apresuró a contactar con él para contarle la situación sin callarse nada importante.

Lo dijo todo:

El amor incondicional que sentía Alessandro por su hermano.

El oscuro pasado que había vivido cargado de maltrato por parte de ese despreciable mendigo al que él llamaba padre.

Alessandro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora