Capítulo 3

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Se actualizó el 31/03/2021 a las 16:55 Hora Paraguaya

El expreso de Hogwarts llegó al castillo, los alumnos de primer año al bajar del tren miraban sorprendidos el castillo que estaba a lo lejos, aunque uno de esos niños no tenía una mira sorprendía solamente una sonrisa que en un futuro podría convertirse en sinónimo de peligro. Harry miraba a Hogwarts como su punto de partida, en este castillo había muchas cosas que le interesaban, la cámara de los secretos, la diadema de Rowena Ravenclaw y por supuesto la varita de sauco, eran tres cosas que le llamaban mucho la atención, y sabia perfectamente donde estaban y cómo buscarlas, con la diadema no era algo difícil, lo difícil estaba en la cámara de los secretos y la varita de causo, en la cámara de los secretos había una biblioteca oculta, necesitaba encontrar esa biblioteca ya que ni siquiera el mismo Voldemort pudo encontrarla, deseaba ver que le dejó el gran Salazar Slytherin. Pero porqué ese interés, en si no le importaba mucho su conocimiento, sino la gran cantidad de oro que poseía la casa Slytherin, no había un heredero fijo en dicha casa actualmente, el banco de gringott aun seguía recibiendo dinero de dicha casa, por los múltiples negocios que dejaron sus antiguos miembros que fueron muriendo sin dejar descendientes algunos.

Más bien, a Harry le interesaba más el anillo de Salazar, el oro era el dinero de los magos, tenía el mismo poder que el mundo Muggle, los magos eran más fáciles de manipular cuando una persona tenía mayor poder adquisitivo. Y Harry no era idiota, él sabía que era el último descendiente mágico de la familia Potter y de la casi extinta familia Peverell donde él era el último hombre con esa sangre, ya que los Peverell se relacionaban con tres familias mágicas, los Potter, los Gaunt y Riddle. La gran diferencia era que ellos no sabían de esa relación, algo que por supuesto él iba a aprovechar, pero él sabía que era solamente un niño, aunque el dinero controlaba al ministerio de magia, no podía hacer que su figura sea dañada, él era después de todo el niño que vivió, tenía que hacer que alguien más se ensucie, para que la figura del niño que vivió creciera, a él no importaba la fama, pero mientras todos lo vean de ese modo, nadie iba a poder detenerlo, es por eso que deseaba tener a su lado a Lucius Malfoy, un político nato, aunque algunas veces sus ambiciones lo hacían tomar decisiones estúpidas.

Harry ya localizó al hijo de Lucius, pero no podía alejarse de Hermione, ella tenía que pensar que en verdad le estaba interesado todo lo que estaba diciendo, se podía decir que la niña era muy inteligente, eso era algo que no iba a negarlo, su capacidad intelectual era enorme, es por eso que estaba interesado en ella. Por esa razón no se acercó a Malfoy y tampoco a Susan Bones, dos personas que en verdad desea tener bajo su control, Amelia era una fiel defensora de la ley, y una maga muy poderosa que incluso era temido por el ministro de magia, que no se metía con el departamento donde ella tenía el control total. Tener de aliada a la jefa del departamento de aplicaciones de la ley mágica, solamente iba a incrementar el poder de Harry, manipular y romper a alguien tan estricta como Amelia era igual de sencillo que manipular y romper a Bellatrix Lestrange, solo era cuestión de encontrar su punto débil, y su punto débil seguía siendo, Sirius Black. Un punto que él iba a aprovechar en su máxima potencia, porque Sirius deseaba vengarse de las personas que mataron a James y Lily, él iba a dárselo.

Harry me estas escuchando – Las palabras de Hermione hicieron que Harry salga de sus pensamientos, la niña pensó que estaba aburriendo a su nuevo amigo por hablar demasiado, pero lo que una parte de ella se sentía avergonzada, cosa que Harry pudo detectar al instante al entrar en la mente de Hermione.

Te pido disculpa, quede maravillado con la vista del castillo desde esta distancia – Obviamente estaba mintiendo, no era algo de lo cual iba a arrepentirse, iba a mentirle muchas veces más a Hermione con tal que ella se sienta a gusta con él, que confíe únicamente en el – No te parece algo maravilloso.

Harry GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora