—Am, no, no es un insulto, es sólo... Una forma estúpida que a veces usamos los humanos mal.
—Pero si la usan mal, es porque no es algo bueno, bonito.
—¿Sabes qué? Olvídalo, no tiene importancia —le dijo sentándose en el césped—. Tienes un bonito jardín.
—Gracias, me gustan los colores —sonrió sentándose junto a ella.
—Lo noté, después de ver el ratón que liberaste, y todas estas hermosas flores.
—Abajo de las montañas la vida es muy diferente, no me gusta, es por eso que decidí hacer de aquí mi lugar.
Ágata lo miró un momento, en silencio. Tenía unos ojos verdes muy bonitos, tan trasparentes, y parecía un buen tipo, algo tonto, y ella tenía tanta rabia por lo que había ocurrido con su ex novio.
—Siempre tuve la idea loca de tener sexo en un jardín —sonrió divertida.
—¿Q-Qué?
—¿Hace cuánto no tienes sexo?
—Em...
—Vamos, no seas tímido, no tiene nada de malo si me dices que fue hace mucho tiempo. Es comprensible viendo dónde vives —rio.
—Bueno, yo...
Ágata lo miró, expectante.
—¿Tú qué?
—Aquí no hay mujeres bonitas —pronunció desviando la mirada, haciendo circulitos en el césped, que comenzaron a elevarse por el aire, como si de burbujas se tratara—. Las que existen tienen un aspecto muy... Grotesco, y me dan algo de impresión.
—¿Eres gay? —le preguntó frunciendo el ceño.
—No.
—Pero has tenido sexo ya ¿Verdad?
—... No.
Abrió los ojos atónita, incrédula. No, no podía ser cierto, se le hacía imposible creer eso.
—¿H-Hablas en serio?
—Sí, nunca he estado con una mujer.
Chilló de emoción al escuchar aquello, tomándolo por sorpresa.
—¡Siempre quise ser la primera vez de un chico! —exclamó quitándose la camiseta, quedando en sostén en frente de Mizael—. Te va a gustar, mucho —sonrió traviesa.
—E-Espera, yo-
—Sí, ya sé que nunca lo hiciste, pero yo te enseñaré —sonrió poniéndose de pie para quitarse el pantalón—. Verás que lo disfrutarás mucho.
***
La primera vez se había sentido extraño, extrañamente bien estar dentro de ella, algo que no había sentido antes, pero que quería volver a repetirlo, una y otra vez.
La sensación de besarla, de acariciarla, de hundirse profundamente en ella, y escucharla gemir alto, apretando sus uñas en su piel, mezclando el dolor con el placer, se estaban volviendo rápidamente en su favorita.
—M-Más —gimió abrazándose a él, sintiendo sus enormes manos tomándola de la cintura, aumentando el ritmo hasta hacerla gritar.
Sí, dolía, pero le gustaba de todos modos el placer que le causa el dolor de tenerlo dentro... Quizás era una maldita masoquista, y recién ahora lo estaba descubriendo.
Apretó los dientes al sentir que se corría en ella, alcanzando el orgasmo unos segundos después que él, intentando recuperar el aliento. Pero el peso del cuerpo de Mizael no se lo facilitaba.
—L-Levántate un poco —jadeó con los ojos cerrados.
El rubio se levantó un poco de encima de ella, y comenzó a besarla por el rostro, descendiendo lentamente por su mentón, hacia su cuello, para probarlo, chupar su piel y hacerla gemir.
—C-Creo que finalmente v-veo el cielo de noche aquí —sonrió abriendo levemente los ojos, observando el cielo nocturno.
—Quiero más.
Desvió la mirada hacia él y sonrió divertida, cansada.
—¿Más? De acuerdo, dame unos minutos, déjame respirar un poco, porque no quiero terminar inconsciente.
—De acuerdo —sonrió antes de bajar a su boca, y devorarla.
¿Y cómo diablos la iba a dejar respirar así? Ese hippie no entendía nada.
***
—Hemos capturado a una de esas horrendas criaturas. Ella habló, dijo que Mikael hizo un trato con su superior.
—¿Trato de qué?
—No sabía que dio a cambio, sólo que hizo un portal hacia otra dimensión, para ayudar a huir a alguien.
—¿Por qué ayudaría a alguien huir de aquí? ¿Por qué no se iría él entonces? —se preguntó desconcertado uno de los consejales.
Zakael observó al grupo en silencio, conociendo muy bien la respuesta de lo que había hecho.
Ese idiota había sacrificado todo por una humana que jamás hubiese dado ni la mitad de lo que tenía por él.
...