Mizael seguía en su taller, averiguando sobre las demás mujeres que se encontraban en Gianmat, a medida de que sus insectos y aves iban regresando, con información de sus ubicaciones.
Zakael ya se había ido de la casa, alegando que debía regresar con su mujer e hijo, y que la próxima vez que los visitara, los traería para que se conocieran.
Y ahora que estaba sola, Ágata se sentía aburrida.
—¿Y qué se supone que hagamos ahora, bebé? Según tu padre y el otro cara de nada, yo tengo energía como ustedes, eso quiere decir que también puedo hacer magia ¿No? ¿Pero qué tipo? —se inquirió pensativa, comiendo una fruta en la cama.
Fue hasta la mesa de noche de Mizael, que siempre guardaba papeles y algún que otro lápiz, y tomó ambas cosas, haciendo un garabato.
—Según tu papá, él lo toca y ya cobran vida sola las cosas —pronunció acercando la mano al dibujo.
Y como lo esperaba, nada ocurrió.
—Nop, no puedo hacer lo mismo. Y a tu padre ya lo he tocado más de una vez, y nunca vi ni sentí nada, así que tampoco puedo hacer eso. Debo descubrir que puedo hacer.
Dejó la manzana sobre la mesa de noche, y se recostó en la cama, cerrando los ojos. Jamás en su vida había notado algo diferente en ella, algo que le pudiera dar una pista sobre cuál podría ser su don.
Segundo Zakael, si un tal Mikael estuviera vivo, todo sería más fácil. ¿Pero es que acaso los dones no se repetían? ¿O heredaban? Era terrible pensar que sólo había un portador para cada don. Una vez que el poseedor moría, se perdía para siempre.
—¿Cuál será tu don, pequeño? Espero sea algo relacionado con el arte, como tu papá. Muchos no valoran lo que él puede ser, y es increíble.
***
—No entiendo porque quieres una casa aquí, no hay nada, Zakael.
—Lo sé, quiero un poco de tranquilidad. Todo lo que está pasando, me tiene muy estresado.
—Lo entiendo, la pérdida de Mikael ha afectado mucho a los superiores. No tienes idea de lo furiosos que se han puesto. Él era muy importante para nosotros.
—Lo sé...
—Ahora tú eres lo más cercano que nos queda de su don.
—¿Lo dices por qué somos primos? —le inquirió arqueando una ceja.
—Exacto, ustedes compartían sangre, y sus dones eran muy parecidos. Los espacios en blanco que él no podía ver por ser recientes, los podías ver tú.
—Tal vez tengas razón, no sé, nuestros padres hasta donde sé, ninguno tuvo un don igual.
—Pero ustedes sí... Si tan sólo existiera la posibilidad de que tú engendraras, quizás un hijo tuyo nacería con la habilidad de Mikael.
—Lo dudo mucho. Fernael, si ya está todo listo, me gustaría descansar.
—Sí, claro, ya es habitable.
—Gracias.
—Cuídate, nos vemos luego en la reunión.
El otro Takeil despareció, y Zakael suspiró, frunciendo el ceño. Ahora más le preocupaba mantener ocultos a Karen y Ren. Especialmente Ren, porque si se enteraban que era su hijo, querrían llevárselo.
Y el don de Ren no era para nada parecido al suyo, pero si les resultaría muy beneficioso tenerlo. Cuando fuera un adulto, podría mover lo que quisiera.
Su hijo sería muy poderoso en el futuro.
***
"—Todo estará bien, estás a salvo ahora —sonrió mirando al pequeño bebé rubio entre sus brazos—. Te llevaré a un lugar donde no puedan hacerte daño.
—¿Y este niño, Minrael?
—Sus padre murieron para protegerlo, debía honrar su muerte salvándolo.
—Pero ya no hay tiempo, debemos irnos cuanto antes. Déjalo aquí, estamos muy lejos, nadie lo encontrará.
—Exacto, nadie lo encontrará. Si no lo llevamos a un lugar seguro, morirá de todos modos.
—Llévalo al refugio del norte, hay un asentamiento de niños allí, es lo mejor que podrás hacer por él.
—Es muy pequeño ¿Quién lo cuidará? No puedo-
—¡Minreal! ¿Quieres que todas muranos aquí? ¡Te necesitamos también para poder irnos! ¡Es su vida o la nuestra!
La joven castaña miró con pesar a su compañera, y desapareció en un halo de luz rosa, apareciendo en otro lugar, con el bebé aún en brazos.
—No sé cuándo, pero sé que en algún momento volveremos a encontrarnos, pequeño —sonrió haciendo aparecer para él un canasto, donde lo acostó—. Crece, sé feliz, y sobre todo, libre. Tus padres no sólo te dieron la vida, dieron la suya para liberarte de un cruel destino. Eres libre ahora, Mizael, recuerda tu nombre cuando puedas hablar, es hermoso —sonrió antes de desaparecer."
...