V

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"—Siempre quise conocer la nieve, donde vivía no existe.

—¿Por qué? Es fría.

—Porque es algo que no conozco, y me gustaría saber cómo se siente.

La observó un momento a los ojos, y luego la besó, siendo correspondido por ella. Llevaban horas de ese modo, desnudos, sintiéndose.

Primero en el jardín, y ahora en la cama de él, donde había continuado hasta que Ágata se había dormido."

Observó aquel sector del jardín, y suspiró sintiéndose algo cansado. Le había llevado mucha energía hacer aquello, pero estaba seguro que a ella le gustaría.

Lo que no sabía era cuántas horas dormían los humanos, ella llevaba ya bastante durmiendo. Entró a su casa y se fue directo a la habitación, donde la castaña seguía boca abajo, descansando.

—Ágata —le dijo acercándose a ella, sentándose a su lado—. Despierta, tengo algo para ti.

—M-Me duele todo —pronunció con la boca contra la almohada, sin querer moverse.

—¿Qué?

—Que me duele todo —repitió separando el rostro de la almohada.

—¿Cómo que te duele todo? ¿Por qué? —le preguntó preocupado—. ¿Es por lo que hicimos? A mi no me duele nada, al contrario, me siento muy bien.

—A ti no te entraron como si no hubiese un mañana —balbuceó hundiendo la cara contra la almohada nuevamente—. Déjame dormir un poco más.

—Pero hice algo para ti.

—¿Es algo para comer? Porque tengo hambre también.

—No, pero puedo preparate algo.

—Si quieres que salga de esta cama, tendrás que cargarme tú, porque no siento las piernas.

—¿En serio? —le preguntó preocupado.

—Estaré bien, sólo cárgame.

La tomó con cuidado en brazos, y Ágata jadeó bajo... El sexo salvaje siempre dolía después, pero quizás se les había pasado un poco la rudeza con Mizael. Al ser tan grande, tendrían que haber tenido un poco más de cuidado.

—¿Qué haces? —le preguntó confundida, al ver que él tomaba una manta y la cubría.

—Es para que no tengas frío —sonrió caminando con ella en brazos.

—Pues yo no tengo frío, el clima es templado aquí.

—A donde iremos sí hace frío.

—¿A dónde iremos? —le inquirió con desconfianza, entrecerrados los ojos.

—Ya lo verás —sonrió.

Salieron de la casa, y Ágata bostezó, apoyando su cabeza contra el pecho de él, escuchando los fuertes y rápidos latidos de ese grandulón. Tenía un corazón muy fuerte, con razón tenía tanta energía.

—¿Te dormiste?

—No, sólo cerré los ojos por un momento.

—Ábrelos entonces.

Ágata abrió los ojos, y se encontró con un hermoso jardín nevado, donde correteaban algunas ardillas, subiendo y bajando de los árboles para tomar bellotas y nueces que habían por el suelo sin nieve.

Miró hacia arriba, a Mizael y luego el cielo, que lucía gris, y como poco a poco, iban cayendo pequeños copos de nieve.

—N-No puedo creerlo.

—¿Te gusta?

—Es muy hermoso, mucho más hermoso de lo que yo hubiese imaginado o visto en la tele —le dijo antes de morderse el labio inferior, sintiendo sus ojos cristalizados.

Mizael sonrió suavemente y la llevó hasta una hamaca para dos que había colgado de un enorme nogal, sentándola con cuidado allí. La cubrió bien con la manta, y luego tomó un poco de nieve entre sus manos, haciendo una esfera para dársela a ella.

—Tú querías conocer la nieve, tocarla, toma.

—Si no fuera porque me duele el cuerpo, y no siento las piernas, ya estaría corriendo por todo el jardín —rio con lágrimas en los ojos—. Siempre soñé con hacer un muñeco de nieve, y hacer todas esas estupideces de las películas.

—Ahora podemos hacerlo. Dime, ¿cómo se ve un muñeco de nieve? —le dijo sacando un pincel de su abrigo.

—Oh, no, no se hace con magia. La gracia está hacerlo con nuestras propias manos. Hacer tres grandes esferas de nieve, y luego usar ramas y piedras para hacerles los brazos y ojos.

—Oh, bueno, éste jardín es un regalo para ti, y permaneceré todo el tiempo que quieras. Así qué, podrás hacer el muñeco cuando te sientas mejor —sonrió sentándose a su lado.

—¿Cómo hiciste para cambiar el clima? —sonrió mirándolo.

—Hay una capa muy grande rodeando el jardín, que pinté para simular el cielo y el clima. Fuera de aquí, afuera está normal.

—¿Tanta magia tienes? —pronunció sorprendida.

—Es energía, y me llevó mucha, pero verte, valió la pena.

—Ay, eres un dulce, ven, quiero besarte —sonrió estirándose hacia él, que bajó a sus labios, besándola como ella quería.

Era una mierda no poder moverse ahora, tenía tantas formas con las cuales quería agradecerle lo que había hecho por ella.

...

❄️☃️🌨️ Será el clima propicio para... 💁🏻‍♀️=🤰?

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora