XXXIII

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—Tiempo después—

—Aquí está, ya está aquí —sonrió emocionado, nervioso Mizael, recibiendo al bebé para envolverlo en una manta con cuidado—. Es muy lindo, Min, es muy perfecto.

—D-Debía serlo ¿No? —sonrió agotada la castaña, intentando mantener los ojos abiertos, cuando Mizael se acercó con su hijo en brazos.

—Míralo.

—Hola pequeño futuro gigante —sonrió observando a su hijo, besando su frente cuando el rubio lo apoyó contra su pecho—. Al fin podemos conocernos, aunque siento que ya nos conocíamos desde siempre.

—Entonces ¿Cómo lo llamaremos? —sonrió Mizael sentándose junto a ellos.

—¿Cómo te gustaría nombrarlo? Aquí el artista eres tú, y quiero que tenga un bonito nombre, significativo.

—Hay tantas cosas bonitas y significativas, que se me hace imposible elegir una que represente a nuestro hijo —sonrió sin poder dejar de mirar al bebé—. Creo que si yo debo elegirle el nombre, estará varios días sin uno.

—Ay que exagerado eres —sonrió con diversión, luciendo agotada—. ¿Qué te parece un par de horas? Es el tiempo que tienes para pensar el nombre del bebé.

***

—Fue una locura poder reunirlas a todas, bueno, a su mayoría en realidad. Hay algunas que aún siguen muy resentidas conmigo, pero ese ya no es mi problema —sonrió despreocupada Nadiame—. Si las hice venir aquí, era para saber cómo se encontraban, y devolverles sus memorias, estoy segura que la mayoría no sabe quién es.

—Ninguna lo sabemos —pronunció una joven pelirroja, en un estado avanzado de embarazo.

—No recordarán quiénes son, pero como hacer bebés no lo olvidaron ¿No? —rio mirando a las que estaban embarazadas, y otras ya con bebés—. En fin, a partir de ahora todas recordarán quiénes son, sus verdaderos nombres. Espero ninguna se haya acostado con un familiar también —acotó con diversión, antes de devolverles los recuerdos a todas.

Las jóvenes comenzaron a lucir asustadas, preocupadas, otras... Molestas, con rabia, y Nadiame las observó sonriendo.

Lo que ellas hubieran hecho mientras no recordaban quiénes eran, no era su culpa.

—Estoy embarazada de mi cuñado —pronunció en shock una joven azabache.

—Y yo de tu marido —murmuró otra, con temor.

—¡¿De Emanael?! ¡¿Ese bebé es de él?!

—¡Me acosté con mi hermano! El niño que espero es de él ¡Y todo esto es tu culpa, Nadiame! —gritó completamente alterada una rubia, poniéndose de pie.

La castaña arqueó una ceja y luego negó con la cabeza.

—No cariño, mi hechizo era perfecto, si todas quedamos perdidas y sin recuerdos, fue gracias a Minrael, que llegó tarde por salvar a su futuro marido. Obviamente la cobarde no está aquí —pronunció rodando los ojos.

—¡Johanna! —exclamó Eveael, poniéndose rápidamente de pie—. ¿Donde está Mikael? Él se quedó con mi hija ¿Dónde están ellos? Quiero ver a mi hija, quiero ver a Johanna.

Erika, Eveael en realidad, no sabía que Nadiame era su madre. La jovencita había crecido como su pupila, su aprendiz. Nadie en realidad conocía a los progenitores de ella, más que la propia Nadiame.

—Eveael.

—Nadiame, antes de irme de aquí, tuve una hija, tuve una niña —le dijo desesperada—. Necesito verla, él no me dejó conocerla, ni siquiera pude verla —pronunció con lágrimas en los ojos.

—¿No sabías lo que él iba a hacer?

—¿Q-Qué? ¿Qué hizo? —preguntó con temor.

—¿No tienes idea del intercambio que se llevó a cabo para que regresaras a la Tierra? ¿Él no te habló de eso?

La miró aturdida, antes de negar con la cabeza y arrodillarse en el suelo, llorando desesperada.

—N-No, no mi hija, n-no, no p-puede ser.

—Eveael.

Gritó desesperada tomándose la cabeza con ambas manos, quebrando el suelo bajo sus pies, comenzando a desintegrar la materia. Su hija había muerto por su culpa ¡¿Cómo Mikael había sido capaz de hacer algo así?!

—¡Eveael cálmate! —exclamó Nadiame tomándola de los brazos, bajándole las manos de la cabeza.

Pero la joven seguía con los ojos cerrados, gritando. Nadiame apretó los dientes y le dió un fuerte cachetazo, que la hizo callar, antes de tomarla de los hombros, y mirarla seria.

—¡Cálmate! ¡Nada conseguirás destruyendo todo!

—¿Y tú qué mierda puedes entender de mi dolor? —pronunció con rabia, llorando—. Jamás fuiste madre, no quieres a nadie. Lo único que has hecho en tu vida fue follar con cuánto tipo se te cruzara. No eres más que una puta con suerte, no eres nada, Nadiame —le dijo con asco, antes de desaparecer.

La castaña se quedó en silencio unos segundos, y luego respiró profundo. Miró a sus Merezitas, y fingió una leve sonrisa.

—Entiendo que todas estén molestas conmigo, que incluso quieran matarme en este momento. Pero todo lo que hice, fue para salvarnos, para darle una segunda oportunidad a Gianmat. Nada salió como lo había planificado, pero todas estuvieron de acuerdo en venir conmigo, espero recuerden eso también.

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora