ESPECIAL 1: NADIAME -PARTE 1-

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—¿Qué quieres aquí? —preguntó indiferente un tipo de cabello azabache, y ojos azules, a la joven que acababa de aparecer en su sala.

—Visitarte, hablar, y quizás recordar buenos momentos ¿Por qué no? —sonrió acercándose a él—. Gianmat tiene un momento de paz, no durará mucho, pero hay que disfrutarlo.

—Te paseas por todos lados como si fueras bienvenida aquí, y sabes que la mayoría te odia —pronunció aún dándole la espalda.

—No me interesa, jamás me importó lo que los demás pensarás de mí, o sintieran —sonrió despreocupada.

—¿Cómo están tus Merezitas?

—Am, bien, pariendo. Parece que se tomaron muy en serio esto de repoblar Gianmat, sólo que... Son todos niños.

—Es compresible, es muy difícil que nazcan niñas.

—Lo sé.

Se giró y la miró, encontrándose con la sonrisa de ella, esa que siempre tenía dibujada en su rostro.

—Oí que tu pupila te odia ¿Qué le hiciste?

—Como la mayoría, luego de perder y recuperar sus memorias, cometieron errores y me culpan por ello. Eveael no es la excepción.

—Era la única que te tenía aprecio, ahora entiendo porque estás aquí.

—En el fondo sé que aún me quieres —sonrió suavemente.

—Te quise, Nadiame, te amé, pero eso quedó en el pasado —le dijo pasando por su lado.

—Gab, hay algo... Hay algo que jamás pude contarte.

Se giró, deteniendo su andar, y la observó serio.

—¿Qué cosa? ¿Qué hiciste?

—Tú mismo lo dijiste, nadie me aprecia aquí, la mayoría me odia, y quién no lo hace, es porque no me conoce.

—Lo sé.

—Yo... Hace mucho tiempo, la última vez que nosotros habíamos estado juntos, yo quedé embarazada.

—¿Qué? —preguntó completamente desconcertado.

—No podía decírtelo, hubiese puesto su vida en peligro, debía ocultar lo que había pasado.

—Yo realmente no te entiendo, Nadiame, en verdad muchas veces lo he intentando, pero no logro hacerlo. Quisiera decir que no me has decepcionado, pero sería mentirnos a ambos... Siempre logras defraudarme un poco más.

—Sólo quería protegerla.

—¿Protegerla? ¿Tuvimos una niña?

—Sí, tuvimos una bebé —le contó en un tono bajo—. Por casi cuatro meses, me oculté de todos en las montañas, asegurándome que nadie me hubiese seguido el rastro. Tuve a nuestra hija, ella era realmente hermosa —sonrió recordándola—. Quería quedármela, criarla, cuidarla... Pero sabía que si quería que ella se mantuviera con vida, debía apartarla de mí.

—¿Y qué hiciste con ella?

—La cuidé por dos meses luego de que naciera, después la abandoné, la dejé al cuidado de unas mujeres que la encontraron en un campo.

Gabrale negó con la cabeza y le dió la espalda.

—Nuestra hija es Eveael, la tomé como mi aprendiz cuando cumplió los cinco años. Sé que no pude criarla como una madre a su hija, pero hice lo mejor que pude por ella.

—No puedo juzgarte en realidad, sabes. Tu madre hizo lo mismo contigo, tú no tienes idea de lo que es amar. Creciste siendo la escoria de Gianmat, ignorada por todos, olvidada, despreciada. Sería mucho esperar algo bueno de ti, algo imposible.

—C-Creí que me entenderías.

—¿Qué entienda que? ¿Que abandonaste a su suerte a un bebé pequeño? ¿Qué abandonaste a tu propia hija? ¿Qué me ocultaste que había sido padre? ¿Qué esperaste siglos en decírmelo? Las cosas hubiesen sido muy diferentes si hubieras hablado conmigo.

—Tienes razón, Gabrale, aquí en Gianmat nadie me aprecia —le dijo fingiendo una leve sonrisa.

La miró a los ojos, y ella se encogió de hombros levemente.

—Por algo mi propia madre me abandonó también ¿No? Supongo que ella sabía que no valía la pena, ni siquiera para conservarme con vida... Lástima que no tuvo el valor de acabar conmigo. Y estoy segura que tuvo miedo de ser maldecida por eso.

—Deberías irte, tú misma lo has dicho, nadie te aprecia.

Asintió con la cabeza, intentando sonreír, ocultar la tristeza que le causaba sus palabras, por lo que rápidamente le dió la espalda.

—No le digas a Eveael la verdad, u omite la parte de su madre.

—No le diré nada, ya que de nada sirve que ahora ella sepa que tuvo padres.

Nadiame desapareció de la casa de él, y buscó a Eveael, debía hablar con ella.

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora