VIII

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¿Cómo tomaría ella aquello? Ágata tenía un carácter muy fuerte, y no sabía si para ella sería algo bueno saber que él la soñaba desde niño.

Miró su dibujo, y decidió guardarlo. Estaba seguro que ella no querría saber aquello, porque ni siquiera él tenía una respuesta al por qué.

—Duerme un poco más —le dijo en un tono suave, acariciándole la mejilla—. Ahora entiendo a qué te referías con que nuestros días son muy largos. Descansa hasta que todo esté listo.

Salió de la habitación, y regresó a la cocina para terminar con la cena. Tal vez, si en algún momento encontraba la respuesta a sus sueños, le contaría que ella era esa mujer.

***

Si algo amaba de la casa de Mizael, era su enorme tina, donde podía zambullirse por completo, y relajarse en sus aguas calientes.

—Amo, amo, ¡amo esto! —chilló entrando al agua, haciendo espuma con sus manos y pies—. ¡Miza! ¿Me traes unos pétalos de rosas?

El rubio se apareció unos segundos después, y se sentó junto a la tina, mirándola curioso.

—¿Pétalos de rosas?

—Sí, para que quede más bonito todo ¡Siempre quise una tina!

—De acuerdo —sonrió, dibujando con su pincel sobre la espuma unas pétalos, que fueron poco a poco transformándose en reales.

—¡Ya quisiera yo poder hacer eso! Hasta huelen rico.

—Tú puedes hacer "magia" también.

—¿Sí? Y no me vengas con algún chiste sexual, eh —le dijo rodando los ojos, antes de tomar un poco de espuma entre sus manos, y jugar con ella.

—No es un chiste, pero estar juntos me recarga de energía. Siento como fluye con fuerza por todo mi cuerpo, y me siento una fuente inagotable.

—El sexo siempre se siente rico cuando es bueno —sonrió divertida.

—Es más que eso, todo fluye cuando estoy contigo.

—Bueno, soy como una batería entonces —rio bajo, mirándolo.

Mizael la miró, y se le hizo imposible no recordar sus sueños... Él saber que la conocía desde antes.

—¿Qué pasa?

—Nada, te dejaré terminar de bañarte. Si me necesitas, estaré en el taller.

—De acuerdo, ve tranquilo.

El rubio salió del baño, y se fue a su taller. Tomó algo de arcilla, y moldeó unos pequeños insectos, dándole el color adecuado a cada uno, antes de tocarlos y pasarles su energía, logrando que vivieran.

Por último, pintó una paloma en una hoja, e hizo lo mismo, viendo como el pájaro salía del papel y se posaba en su mano.

—Quiero que todos bajen, sean discreto, y se conviertan en mis ojos y oídos... Tengo una teoría de lo que puede estar ocurriendo, pero para comprobarla, ustedes deben investigar por mí. Viajen por todo Gianmat, y busquen mujeres humanas ¿De acuerdo?

Subió a los insectos en el lomo de la paloma, y luego esta voló fuera del taller. Ahora sólo bastaba que ellos regresaran, con la información que él esperaba.

***

—Oh, oh, ¿Qué carajos? —pronunció desconcertada, tocando su vientre.

Se estaba secando, cuando al pasar la toalla por su panza, la sintió "hinchada", abultada.

—Ay padre Santo, yo sabía que esto pasaría, "maldición" mis ovarios, el hijo de puta sí puede ser padre —masculló sentándose en la cama, sin poder quitar la mano de su vientre.

¿Qué demonios haría ahora? No conocía a Mizael, sólo habían tenido sexo casual, no sabía ni siquiera dónde diablos estaba, ya que de los días que llevaba allí, había estado encerrada, porque según el hippie procreador, era peligroso para ella ser vista.

¿Y si todo era una mentira como la maldición? ¿Y si sólo la quería mantener secuestrada? ¿O si había una forma de volver a la Tierra? Pero, si regresaba a la Tierra ¿Qué haría con el bebé? De seguro nacería un mini hippie mágico también.

—Quiero vomitar, no me siento bien —susurró volviendo al baño, sintiéndose mareada.

Todo era una locura, todo pasaba muy rápido allí...

"Todo pasaba muy rápido" ¡¿Cuánto tiempo duraría un embarazo entonces?!

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora