XXVI

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—Karen, no puedes irte, Zakael me pidió que te mantuviera aquí con Ren.

—Este ahora es mi mundo, mi vida, y no voy a perder la familia que tanto deseé, y amo. No sin hacer algo antes —le dijo seria—. Por favor cuiden de Ren, hasta que regresemos con Zak.

—Entiendo que quieras ir con Zakael, ayudarlo, pero tú recién descubres tu energía. Debes perfeccionar primero tus habilidades —intentó razonar Mizael.

—Estaré bien —le dijo pasando por su lado, saliendo de la casa.

El rubio la siguió por detrás, y la vio levantar ambos brazos hacia arriba, y cómo el suelo comenzaba a vibrar, elevando grandes rocas, que fueron poco a poco superponiéndose unas con otras, hasta forma una especie de golem enorme.

—¿Qué demonios? —preguntó aturdida Tabitha, viendo por la ventana de la casa lo que Karen acababa de hacer.

—Te dije que aquí había magia —explicó Ágata, junto a ella.

—¿Y tú también puedes hacer eso?

—No, según el marido de ella, hay energía en mí, pero yo no puedo hacer nada. Aún no descubro cual es mi poder.

El golem se agachó un poco, y bajó una de sus manos, para que Karen se subiera en su palma.

—Volveremos con Zakael, cuiden de Ren hasta entonces por favor —pronunció la castaña, antes de que el gigantesco golem comenzara a caminar, bajando la montaña.

Mizael sabía muy bien que su colega no estaría para nada feliz de verla allí.

***

—E-Esas malditas criaturas ¿D-Desde cuando v-vuelan? —preguntó agitado un muchacho, mientras daba parte de su energía a otro herido.

Su habilidad era la de curar, pero con tantas bajas, ya estaba agotado.

—No lo sabemos, pero las unkialas han creado nuevas criaturas que no conocíamos.

—Yo no sé cuánto más podré ayudar.

—Tómate un descanso, ve.

Negó con la cabeza, y se acercó a un nuevo herido, intentando aliviar aunque fuera un poco sus dolores.

—Hemos perdido al menos dos docenas de nuestros hombres. N-No es momento se d-descansar.

—Pero si sigues de este-

La voz del muchacho se vio opacada, cuando una enorme roca salió disparada por encima de ellos, arrollando a su paso a varias de las criaturas gigantes, rompiéndoles las piernas.

Y antes de que ambos se pudieran girarse, una nueva roca salió volando, dándole en el pecho a otra criatura.

—¿Y ese golem?

—N-No sé.

—Destruye a los de la izquierda —le ordenó Erika, con su cuerpo entero recubierto de energía azul.

Saltó del hombro del golem, y una nube de polvo y tierra, la hizo descender hasta el suelo, sin daño alguno.

—¿Una mujer?

—¡¿Una merezita?!

—¡No sé detengan! —exclamó la castaña arrodillándose en el suelo, apoyando ambas palmas de sus manos sobre la tierra—. ¡Hay cientas de criaturas bestiales dirigiéndose hacia aquí! ¡Debemos atacar mientras llevemos la delantera!

—¿Y cómo se supone que vamos a-?

Las palabras del general de aquella división no salieron de su boca cuando tres nuevos golems se formaron en ese momento, sólo que estos eran de tierra.

—¡Avancen! —les ordenó a sus golems, agitada.

—¿Cuál es tu nombre? —le preguntó preocupado el Takeil sanador, arrodillándose junto a ella para brindarle un poco de su energía.

—Karen.

—Gracias por ayudarnos.

La castaña negó con la cabeza, poniéndose de pie.

—No me lo agradezcas, este también es mi hogar. Pero necesito pedirles un favor. ¿Alguno ha visto a Zakael? Él es mi pareja, es un Takeil que tiene la habilidad de los recuerdos recientes.

—Zakael no se encuentra aquí.

—Está bien —pronunció con cierta confusión, antes de correr detrás de sus golems, envolviendo nuevamente su cuerpo de energía.

Aunque eran autónomos, necesitaban ser dirigidos, y ella debía estar cerca.

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora