VII

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Ya llevaba toda la mañana comiendo, sin darse cuenta de ello, y ahora se encontraba en el depósito donde Mizael guardaba las obras que ya no entraban en el taller o en su hogar.

Era como estar en un museo de arte, pero mucho mejor. Habían esculturas de animales, flores, objetos, hasta criaturas que jamás había visto en su vida, y todas se veían tan reales.

Y ni hablar de sus hermosos dibujos, los cuadros, los colores vivos de ellos.

—Realmente haces arte con tus manos, Mizael —le dijo encantando observando una pradera.

—Gracias —pronunció detrás de ella, acomodando su última pintura.

—¿Cuándo comenzaste a pintar?

—Desde que era un niño pequeño, siempre me gustó dibujar.

—¿Tienes aquí también guardados tus primeros dibujos? Me gustaría verlos —sonrió.

—Sí, hay un baúl al final de la habitación, el que luce más viejo, ahí están mis primeros dibujos.

Casi corrió hasta donde él le había dicho, y con algo de dificultad abrió la tapa. Observó que habían muchas carpetas, cuadernos, y hojas sueltas, tomando algunas al azar para ir viéndolas.

—No pintabas con muchos colores antes.

—No habían colores en donde vivía.

—Que triste —le dijo cambiando de página.

El rubio continuó acomodando un poco sus creaciones, para hacer al de lugar para las futuras, cuando Ágata lo llamó.

—Dijiste que tus mujeres se ven muy feas, pero ¿Qué hay de este dibujo? —le inquirió enseñándole el dibujo de la figura de una mujer, de espaldas.

—Oh, de niños solía tener sueños donde veía a una mujer. Quizás sea mi madre, recuerdos de ella.

—¿No la conociste?

—No, mis padres murieron escondiéndome. Cuando yo nací, fue en el tiempo que secuestraban niños y bebés para dar en sacrificios.

—¿No tienes familia?

—Creo que no, no lo sé.

—Eso es triste.

—Tal vez, no lo sé. No puedo extrañar algo que no conocí.

***

Ágata estaba tomando su segunda siesta del día, y Mizael estaba preparando la cena para ambos, ya que ella solía despertar en la noche. Y entonces, sin ningún motivo aparente, un recuerdo llegó a él.

Tal vez era por lo que habían estado hablando en la mañana, que su inconsciente ahora se lo estaba recordando.

Salió de la casa y se fue al depósito, directo al baúl donde guardaba sus primeros dibujos y pinturas, y buscó entre las páginas y hojas a la mujer de sus sueños.

Muchas veces la había visto mientras soñaba, es por eso que había comenzando a dibujarla, con la idea de que quizás en algún momento recordaría quien era.

Jamás la había escuchado hablar, siempre la veía de lejos, de espaldas, de perfil... Y sólo una vez de frente.

Continuó buscando aquel dibujo, que había sido muy especial para él, ya que había conocido finalmente su rostro completo, y luego de estar buscándolo por varios minutos, lo halló, dejándolo aturdido.

"—¿Fumas marihuana, verdad? Ni lo respondas, estoy segura que sí.

—No sé de qué hablas, pero al verte, tengo la sensación de haberte conocido.

—Imposible, jamás había conocido a un gigante antes.

La observó, y frunció el ceño. Él estaba seguro que antes la había visto, sólo que no recordaba donde."

Sabía que la había visto, pero ahora estaba más confundido que antes. ¿Por qué de niño soñaba a Ágata? Ella ni siquiera existía en ese entonces.

Salió con el dibujo en su mano, y regresó a su casa, yendo directo a su habitación donde la castaña descansaba plácidamente en la cama. Se sentó a su lado, y le acarició suavemente el cabello.

Era ella, no había dudas de eso, el dibujo en la hoja, era de la edad actual de Ágata. Pero ¿Por qué?

...

Si no lo recuerdan, es un fragmento del capítulo I el recuerdo de aquí 👀❤️✨

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora