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-¿Estás bien?

-No -pronunció con lágrimas en los ojos-. Tengo un mal presentimiento, y siento la panza dura. Creo que todo esto está afectado al bebé.

-Ágata debes tranquilizarte -le dijo Karen acercándose a ella con Ren en brazos-. Vamos a sentarnos un momento aquí, respirarás profundo varias veces, e intentarás calmarte.

-Pero es que-

-Haz lo que ella te dice -sugerió Tabitha-. Tiene un hijo ya, supongo que sabe porque que te lo dice. Además, es por el bien de tu bebé.

-Ya es mucho estrés para él también, y está muy pequeño aún -esbozó una leve sonrisa Karen, acercando una de sus manos a la panza de Ágata.

"-Creo que te amo, Zak.

-Si amar significa más que querer mucho, yo también, Karen. Te amo demasiado."

Karen miró confundida al recordar aquello a Ágata, y antes de poder hablar, más recuerdos llegaron.

"-Entonces ¿Qué nombre le pondremos al bebé?

Habían acordado que Zakael le elegiría el nombre, ya que ella había elegido el sexo del niño. El castaño la miró y luego sonrió.

-Ren, es la mitad de tu nombre, y me gusta como suena.

-¿Ren? -rio bajo-. Me gusta, es cortito. De acuerdo, se llamará Ren, y cuando tengamos una niña, entonces la llamaremos Kaelia, como el final de tu nombre.

-¿Y el "ia" por qué?

-Para que suene más femenino -rio."

Karen sonrió afligida al recordar aquello, hasta que...

"-Nadiame, ¡Es una locura huir en este momento! ¡Miles de hombres, niños y bebés nos necesitan! -exclamó una joven castaña.

-Si no lo hacemos ahora, nosotras también moriremos.

-¡Prefiero morir a dejarlos a la deriva! -insistió con rabia.

-¡No voy a perder a una Merezita más! -exclamó la líder-. ¿Es que no lo ven? Si morimos, Gianmat muere con nosotras. ¡Somos las últimas que pueden engendrar! Entiendan que no es un capricho mío, debemos irnos ahora para regresar con más fuerzas ¡Y acabar de una vez por todas con Bakiela!

-No quiero abandonar a mi hijo.

-Y yo a mi marido.

-Mi hermano me necesita, soy todo lo que tiene.

Empezaron todas a hablar a la vez, ante el miedo, el desconcierto de lo que podría ocurrir con sus familiares que no irían con ellos.

-Les prometo que en una semana estaremos aquí de regreso. Confíen en mí."

Karen sacó la mano del vientre de Ágata y miró aturdida a Tabitha.

-Tú eres Nadiame.

-¿Q-Qué? No, yo no soy esa tal Nadiame, mi nombre es Tabitha McMillan, yo-

-¡Tú eres Nadiame! ¡Maldita sea! -pronunció alterada, llevándose una mano a la cabeza.

-¿Qué pasa Karen? ¿Qué tienes? -le preguntó preocupada Ágata.

-Z-Zakael -pronunció en un hilo de voz, antes de bajar a Ren al suelo, y alejarse unos cuantos pasos de ellos, y vomitar.

-Karen, Dios, me estás asustado ¿Qué tienes? ¿Qué te pasa?

Se había acostado con su propio tío, había tenido un hijo con su tío, y ella ni lo sabía en ese momento... Era enfermizo de sólo saberlo ahora, y más aún, por los sentimientos de por medio que habían despertado ambos.

¿Pero por qué diablos él no la había reconocido?

-Obliga a esa puta zorra que toque tu vientre ahora -masculló desde el suelo, aún sintiendo náuseas.

Ágata se giró y miró a Tabitha, quién negó con la cabeza.

-N-No, no te acerques a mí.

-¿Qué pasa, Nadiame? ¿No quieres recordar las cosas que has hecho? ¡Tú eres la causante de todo esto! -exclamó poniéndose de pie, antes de aparecer detrás de la castaña y tomarla de la cintura-. Ven aquí Ágata y deja que toque tu vientre.

-¡No! ¡No soy esa tal Nadiame! -exclamó forcejeando, cubriendo su cuerpo de energía roja.

-Conmigo no funcionará eso, zorra -pronunció con rabia-. Soy Ibilia, hija del superior Maxmillian, y te obligaré a recordar todo.

Ágata se acercó con temor a ellas, y Karen puso las manos de Tabitha sobre el vientre de ella. Los recuerdos de la castaña fueron primero los que tuvo en su vida como humana, pero al igual que Karen, luego de esos vinieron los recuerdos de su antigua vida como merezita.

Al recordarlo, dejó de forcejear, alejándose a ambas.

-¿Ahora lo recuerdas, Nadiame? ¿Regresaremos en una semana? ¡Pasamos más de mil seiscientos años viviendo como humanas! ¡Tuve un hijo con mi tío por tu culpa!

Nadiame la miró, aturdida, aún recobrando poco a poco sus recuerdos, su identidad, y luego negó con la cabeza, dedicándole una mirada confusa.

-¿Y cuándo yo te obligué a follar con él?

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora