—Tú te vas a quedar tranquilo, me dejas hablar a mi ¿De acuerdo? Con lo tonto que es, de seguro ni lo sabe aún. Debo salir de aquí, y descubrir la verdad —pronunció terminando de cambiarse.
Se fue a la cocina, y buscó una bolsa, guardando algunas frutas. Pero cuando estaba por salir, se le hizo agua la boca por un sándwich, por lo que se preparó dos, y luego fue hasta el taller, comiéndose uno.
—Me iré —le dijo antes de tragar.
—¿Q-Qué? ¿Cómo te irás? ¿Por qué? —le preguntó desconcertado.
—Estar encerrada no es lo mío, tampoco la monotonía, y ya me aburrí. Necesito salir de aquí, conocer, y quizás encuentre a alguien que sepa que carajos ocurrió conmigo.
—Ágata, afuera es muy peligroso para ti, aquí no existen mujeres como tú. Si te vas... Si te vas podrían hacerte cosas muy malas —le dijo afligido—. Por favor no lo hagas, quédate aquí, y yo bajaré a buscar la información que quieras.
—No confío en tí, Mizael.
Al escuchar aquello, algo en su pecho dolió mucho. No confía en él, después de las cosas que había hecho por ella, de intentar hacerla sentir cómoda y feliz, no confiaba en él.
—No es personal, sólo que ni nos conocemos.
—Si sales te matarán —pronunció bajo, sin mirarla—. Pero entiendo que no me creas, porque no confías en mí.
—Llevas mucho tiempo viviendo aquí arriba, quizás abajo el mundo cambió para bien.
—Aquí nada cambia para bien.
—Me iré de todos modos, Mizael, sólo quería avisarte antes de hacerlo. Me llevó unas frutas, y un sándwich para el camino.
—Bien...
—Adiós —le dijo antes de darle la espalda, y comenzar a caminar.
Hasta el apetito había perdido. Miró hacia abajo al salir de la casa, y se llevó una mano a su vientre, al sentir una sensación extraña.
—No seas sentimental tú tampoco, esto es lo mejor —susurró.
***
—Tendría que haber traído algo abrigo, por lo que se ve, el rubio tenía razón, el mundo de abajo se ve muy diferente —pronunció pensativa, observando desde donde se encontraba hacia abajo.
Miró su ropa y se la acomodó un poco, para que quedara lo más holgada posible, y no se notara su panza. Quizás se estaba volviendo paranoica, porque su vientre era muy pequeño aún, pero no quería levantar sospechas de nadie.
Por algún motivo, sentía que debía mantener su embarazo oculto.
—¿Tú también tendrás el don del arte? Es interesante lo que pueden hacer —le habló mientras se tomaba de las ramas de unos arbustos para ir bajando con cuidado y despacio—. Yo soy un desastre dibujando... Y cocinando —suspiró—. Dios, soy un desastre en todo si me pongo a pensarlo, pobre de ti.
Se tomó de unas rocas, y terminó por bajar una parte empinada. Ahora tenía un tramo bastante llano para continuar caminando, hasta la próxima bajada.
—No quiero pensar en él, pero contigo es imposible. Es como que me lo recuerdas constantemente. Hasta ya siento que serás igual a él. Y si eso ocurre, no salgas tan emocional ¿De acuerdo? No es malo ser sentimental, pero no tanto, porque las personas se aprovechan de eso y te hacen daño.
Se sentó por un momento, y buscó una fruta dentro de la bolsa, dándole una mordida. Ya llevaba un buen tiempo caminando, y comenzaba a sentir hambre.
—Espero lleguemos abajo antes de que me quedé sin frutas —suspiró.
No sería bueno pasar hambre con un bebé en pleno desarrollo.
...