—Mira Ren, mira qué lindo pajarito —sonrió acercando a su bebé a la paloma que se había posado sobre una silla.
Parecía tan manso, que ni siquiera se inmutó cuando Karen se acercó con su bebé, para verlo más de cerca.
—¿Viste que hermoso, mi amor? Nunca habías visto uno tan de cerca —sonrió enternecida, al ver la emoción del niño.
Ren ya tenía siete meses, y era un bebé muy curioso. Desde que había aprendido a gatear, solía recorrer toda la casa... Haciendo levitar pequeños objetos, como sus juguetes.
No había duda alguna de que el pequeño era un Takeil.
La paloma voló del jardín, y Karen sonrió, moviendo suavemente la mano del bebé para que la saludara.
***
—Bueno, hoy tendremos que dormir aquí, porque ya se puso muy oscuro, y obviamente no veo de noche —suspiró entrando en una pequeña excavación que había en la montaña.
Se acomodó contra un rincón, y miró el cielo, la vegetación, respirando profundo. Sí, todo lucía tranquilo y armonioso, pero ella no conocía nada de allí, no sabía si podía aparecerle algún animal salvaje.
—Creo que mi primera decisión como madre, ha sido un error. De cierto modo, es como que te secuestré. Y el idiota de tu padre ni sabes que tú existes. Pero, a medida que pasan las horas, más te siento —pronunció bajo, cerrando los ojos y apoyando ambas manos sobre su vientre—. Se siente como una pequeña bolita de calor en mi interior, ese debes ser tú.
Se dormiría pensando en su pequeño, en como se vería al nacer. Estaba segura que sería un pequeño rubio... Hasta llorón lo podía imaginar ya.
—Serás una aventura para mi —murmuró.
***
—Muéstrenme lo que hayan encontrado —les dijo a los insectos que habían regresado, y la paloma.
No todos estaban allí, pero si habían vuelto un par.
El primero en acercarse fue una especie de mariquita, que se posó sobre su mano.
"—Tu padre una vez más vendrá tarde hoy, y yo como una estúpida ama de casa me tengo que hacer cargo de todo aquí —pronunció molesta una morena, mientras cargaba a un pequeño bebé en un brazo, y con el otro cocinaba—. ¿Para que diablos insistió en vivir juntos? ¡Si ni siquiera pasa tiempo aquí!"
Mizael abrió los ojos aturdido, esa era otra humana, era una mujer... Y tenía un bebé.
Tomó un saltamontes en su mano, y observó lo que él había visto.
"—No te irás de aquí ¡Ya te lo dije!
—¡El bebé no es tuyo! —le gritó la pelirroja, desconcertado al hombre frente a ella—. ¡No es tu hijo! ¡Es de Nilandriel! ¡No es tuyo!
—N-No, no es verdad —pronunció apretando sus puños, cambiando su expresión de desconcierto, por una de rabia—. Tú eres mi mujer, no pudiste-
—Sí, sí pude ¡Me acosté con él! ¡Cuando no estabas tenía sexo con él! ¡Con un hombre de verdad! ¡No con un maldito-!
La tomó del cuello y la arrojó contra la pared, golpeando con fuerza la cabeza de ella. La joven cayó al suelo, sin moverse, y desesperado se acercó a ella.
—Helena, Helena —pronunció asustado, arrodillándose junto a ella—. N-No, no quería hacer esto. Helena, por favor, abre los ojos, por favor."
Mizael soltó al saltamontes, aturdido. Había asesinado a esa muchacha, la había asesinado por un engaño, y ella estaba embarazada, un embarazo muy avanzando por el tamaño de su vientre.
Entonces, Ágata tenía razón, ellos podían engendrar.
—Por favor, alguno tuvo que ver algo bueno, no todo puede ser una tragedia.
La paloma voló hasta él, y Mizael extendió su mano para que se posara allí.
Y vio a una joven mujer cargando a un bebé, de mayor edad que el primero, y ellos no lucían tristes o molestos, al contrario, estaban bien, el niño se veía muy feliz, y ella también.
Su tono de voz era suave, dulce, se notaba que quería a su pequeño.
—Regresa a este lugar, y dime quién es el padre de la criatura. Necesito hablar con él —le dijo antes de que el pájaro saliera volando—. ¿Alguien más encontró algo bueno?
No creyó que sería posible su teoría, pero al parecer, por algún motivo habían llegado muchas mujeres a Gianmat.
...