XXI

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—¡Nadiame ha regresado a Gianmat! —exclamó la líder de las unkialas, generando un enorme alboroto entre sus súbditas—. Sí, hermanas mías, eso quiere decir que todas han regresado ¡Qué todas han sido traídas de vuelta! ¡Nuestro amado Dios ha cumplido!

—Podremos volver a engendrar.

—¡Le daremos más sacrificios a nuestro maestro!

—¡Seremos eternas!

—¡No! ¡NO! —exclamó realmente alterada—. Aquí no se hará nada hasta que esa hija de puta esté muerta —bramó en un tono inhumano la principal—. Huyó de aquí con algo muy importante nuestro, nos arrebató nuestra capacidad de engendrar, y va a pagar por eso.

—¿Pero cómo?

—Sí ¿Cómo? ¿Qué vamos a hacerle?

—¿La sacrificaremos?

—Debemos encontrarla primero, y si tenemos que atacar el consejo, y el liderazgo con las criaturas, lo haremos. Arrasaremos con todo, estoy segura que después de lo que hizo, nadie jamás se involucraría para salvarla.

***

—¿Cómo?

—Que vi un recuerdo, al tocar al bebé, pude ver un recuerdo de mi infancia, un recuerdo feliz. Yo en ese momento no me sentía bien, y eso me trajo nuevamente esperanza, ni siquiera sé quién era ese Takeil, jamás volví a verlo.

—¿Y cómo era? —preguntó curioso Zakael.

—Cabello negro y ojos azules, no tiene ninguna característica en particular.

—¿Crees entonces que tú bebé ha comenzando a manifestar su don?

—Sí, creo que él podría tener un don similar al de Mikael, con la diferencia que al tocarlo a él nos lleva a un recuerdo feliz.

Lo miró inseguro y luego a Ágata.

—¿Podría tocar tu vientre?

—Am, sí, claro —le dijo acercándose a ellos.

Zakael extendió su mano hasta el vientre de ella, y la apoyó suavemente, sintiendo la calidez del niño allí desarrollándose.

"—Me siento diferente.

—¿Diferente cómo? —le preguntó confundido.

—Tengo hambre todo el tiempo, incluso ahora me estoy comiendo la pata de esta pobre ave —le dijo la castaña, antes de morderla—. Creó que sí funcionó.

—¿A qué te refieres?

—Creo que estoy embarazada, Zak."

Quitó su mano y la miró aturdido.

—¿Y bien? ¿Baby hippie tiene esos poderes o no? —le inquirió curiosa Ágata.

—¿Tú no sientes nada al tocar a tu bebé?

—Nop, sólo siento calentito, nada.

—Mizael tiene razón. Traeré a Karen —le dijo antes de desaparecer.

Ágata se giró y miró al rubio, frunciendo levemente el ceño.

—¿Para qué va a traer a su mujer? Tampoco me agrada mucho la idea de que cualquiera venga y toque mi panza.

—Hay mucho de lo que no entendemos aún, Ágata, y quizás nuestro hijo pueda ayudarnos a aclarar el panorama. Cómo saber por qué ustedes llegaron aquí.

—De acuerdo, entiendo eso, pero el bebé es muy pequeño aún. No me parece justo, y mucho menos razonable, utilizarlo para esto.

—Creo que tienes razón —le dijo pensativo—. Pero no me parece que le haga daño tampoco.

—No lo sé, y tampoco quiero averiguarlo, Mizael. El bebé ni ha nacido, y ya lo están utilizando. Y mientras yo sea la madre, y más aún esté en mi vientre, no dejaré que lo utilicen.

—De acuerdo —murmuró el rubio.

Ágata no lo entendía, pero ellas eran una parte importante de su historia que se había perdido, y quizás el niño era el medio para poder conocerla.

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora