ESPECIAL 2: REN -PARTE 1-

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Su madre tenía la capacidad de crear cualquier tipo de criatura con los elementos, y darles "vida" con su energía, que en realidad no era más que control a través de ella.

Él único que conocía que podía darle vida real a sus propias creaciones, era Mizael.

Su padre por el contrario, había tenido el don de los recuerdos, de las memorias recientes, y aunque su familia era de superiores, habían considerado que su don no era lo suficiente para ser uno de ellos, dejándolo como un simple Takeil.

Él por su parte tenía un don muy diferente, el de hacer levitar los objetos, una habilidad que se había presentado desde que era un bebé.

Todos los días solía salir de su casa, irse al bosque que quedaba pasando su jardín, y allí solía practicar con su energía, haciendo levitar cada vez objetos más grandes que él, pesados.

—Procura siempre tener una buena posición al momento de levantar algo más pesado que tú. Terminarás por quebrarte la espalda.

Ren soltó la piedra que estaba sosteniendo, e ignoró la voz de aquel hombre, respirando profundo varias veces para intentar recuperar el aliento.

—¿Cuántos años tienes ya?

—Claramente eso a usted no le interesa, señor —pronunció en un tono indiferente.

—¿Tienes idea de cuál es mi habilidad?

—¿Se refiere a la del cuerpo de mi padre? O es que además de usurpar cuerpos ¿Puede hacer algo más?

—Creo rayos, tan potentes, que podrían carbonizar tu cuerpo en cuestión de segundos.

—Bien por usted —le dijo caminando en dirección contraria en dónde Raidael se encontraba.

—Nadie que haya guardado odio y resentimiento en su interior, ha logrado grandes cosas, más que desastres. Tú aún estás a tiempo de redirigir tus deseos.

—Si mi padre fuera él que estuviera hablándome, quizás tomaría en cuenta sus palabras. Pero usted no es nadie para mí —pronunció antes de desaparecer.

***

—Ren ¿Dónde estabas, cariño? Sabes que no me gusta que estés solo afuera cuando oscurece.

—Estaba entrenando —le dijo tomando asiento en su lugar en la mesa.

—Puedes hacerlo en el patio de casa, no quiero que te alejes de aquí.

—¿Y por qué no? No se supone que mi padre se sacrificó ¿Para que ya no existiera peligro?

—Ren, las unkialas siempre pueden regresar, sus criaturas también, y tú eres muy especial, hijo. Eres descendiente de superiores, tu sangre es una de las más puras de Gianmat.

—Mi padre era hijo de superiores ¿Pero y tú?

—También —le dijo sirviéndole la cena—. Mis padres también lo eran.

—¿Y qué pasó con ellos?

—Murieron en la primera batalla, junto con muchos más.

—No entiendo cómo existiendo antes tantos superiores, o Merezitas, esas mujeres pudieron contra ustedes.

—Te lo explicaré, cariño —sonrió tomando unas habichuelas, apartándolas en un plato.

Luego tomó unos pocos granos de maíz, y un trozo de zanahoria hervida, cortándola en trocitos.

—Hace mucho tiempo atrás, existieron los superiores de alto rango —le dijo mostrándole cinco trozos largos de zanahoria—. Y sus hijos, que también eran superiores —le explicó con otros pocos trozos más—. Luego de ellos, estaban los Takeils, que eran mucho menos poderosos que un superior secundario, pero más que un simple Gianmat —explicó poniendo una fila de granos de maíz bajo la segunda hilera de zanahorias—. Y después estaban los Gianmat, más de quince veces el número de Takeils y superiores —le dijo colocando un gran puñado de habichuelas.

—¿Entonces? Sigo sin entender porque no pudieron detenerlas.

—Llegó una entidad a Gianmat, aún no sabemos cómo, y empezó a engañar a las mujeres comunes, haciéndoles creer que si daban sus hijos, las volverían tan poderosas como una merezita. Obviamente estas mujeres nos envidiaban y odiaban por nuestros dones, así que ni lo dudaron por un momento. Dieron a sus hijos, entregaron sus almas, y les dieron habilidades residuales de esta entidad, que con cada vida cobrada, más poderoso se volvía.

—¿Se alimentaba de las almas de los niños?

—Así es, mi amor. Y cómo te dije, los Gianmat comunes eran mucho más numerosos que nosotros. Sus hombres fueron convertidos en criaturas horrorosas, para utilizarlos como armas, y ellas parieron más hijas de esta entidad. Los niños siguieron siendo sacrificados, ya que él sólo quería niñas.

—¿Cómo los detuvieron por primera vez? Imagino entonces que muchos dieron sus vidas.

—Así fue, hijo —pronunció bajo—. Muchos dieron sus vidas por intentar detenerlas, pero Nadiame tomó la decisión más drástica de todas, al lanzar un hechizo que las privara de procrear. En el fondo, Nadiame jamás soportó el sufrimiento, es por eso que creó a las Merezitas, mujeres con energía que eran olvidadas y despreciadas por todos. Ella buscaba a estas niñas, y les daba asilo. Les enseñaba como usar sus dones, les daba un hogar, una familia. El saber que tantos niños estaban siendo asesinados, tantas niñas ultrajadas, decidió ponerle un alto desde la raíz a todo.

—Y si todo lo que hizo fue por beneficio de Gianmat ¿Por qué todos la odian?

—Porque la infeliz consiguió poder a cambio de... Sexo. Nadiame se volvió muy poderosa a costa de su propia imagen.

...

MizaelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora