—Reno.
—Sabes que detesto que me llames así.
—¿Por qué el animal tiene unos cuernos muy grandes? ¿Te sientes identificado? —sonrió divertida la jovencita.
—No entiendo cómo te puedes sentir orgullosa de lo que has hecho, como si fuera una gran hazaña haberme cagado —pronunció con rabia Ren.
—Ni siquiera habíamos definido nada —pronunció rodando los ojos—. Si tú me hubieras dicho que querías tener una relación conmigo, no me habría acostado con otro muchacho.
—Asco te debería pensar de ese modo, ser como eres.
—Vete a llorar con tu mami, no tengo ganas de soportar a nadie hoy —le dijo desinteresada, acelerando el crecimiento de un árbol, para tomar su fruto y darle una mordida.
—¿Conoces la historia de Nadiame?
—Ajá —le dijo masticando su fruta.
—¿Planeas seguir su camino? ¿Follar con cuánto se te cruce, Johanna?
—Ya supéralo, Ren —le dijo con fastidio—. Nunca te fui infiel, porque no éramos nada.
—Teníamos un pacto.
—Eres insufrible, querido —suspiró cerrando los ojos—. ¿Qué demonios quieres?
Los ojos del jovencito brillaron peligrosamente, y la tomó del cuello con una de sus manos.
—Vuelves acostarte con otro, y lo mato.
—Más fuerte —sonrió divertida—. Sabes que me gusta que me aprieten con fuerza.
—Eres una estúpida —le dijo empujándola, alejándose de ella mientras la escuchaba reír.
—¡Que sentimental eres! —exclamó riendo, poniéndose de pie mientras se sacudía la ropa—. Si tanto me detestas, entoces siéntate a esperar que la hermanita de tu amigo crezca un poco más.
—Si no fuera la hermana de Hazael, creeme que lo haría —pronunció con rabia antes de desaparecer.
***
—Uno, dos ¡Y tres! —exclamó sonriendo, intentando atrapar una mariposa.
Pero el insecto se escapó antes de poder atraparlo.
—Nillie.
—Hola Ren —sonrió la pequeña castaña—. ¿Vienes por Haz? Él aún no ha regresado de la academia.
—Lo imagino ¿Y tus padres?
—Adentro —sonrió.
La miró y luego se sentó en un tronco. Nillian tenía ocho años, él por su parte ya dieciocho... Y sabía muy bien que niñas casi ni habían nacido en Gianmat.
—¿A qué juegas?
—Intento atrapar mariposas, pero son muy rápidas.
—¿Y por qué no usas tu energía para hacerlo?
—No quiero hacerles daño, solo atraparlas y ver sus colores.
—Cuando seas mayor, no cambies, Nillie —sonrió levemente.
—¿Cambiar? ¿Cómo?
—No te vuelvas frívola, altanera, egoísta. Sigue siendo la misma niña dulce y bondadosa que eres ahora.
—¡Claro que sí! Seguiré siendo la misma —sonrió.
—¿Es una promesa?
—Lo prometo —sonrió.
La miró y luego sacó algo del bolsillo de su abrigo.
—Te daré un obsequio, y... Nadie puede saber que yo te lo di, es un secreto.
—¿Un secreto?
—Sí.
—¿Por qué debe ser un secreto?
—Porque tu hermano me mataría al saberlo.
—Entonces es algo malo.
—No, no es malo, es algo que simboliza que siempre voy a cuidarte, que seré tu protector.
—¿Cómo un caballero? ¿Cómo los cuentos que mamá me lee?
—Exacto.
—¿Y qué es?
Tomó la mano izquierda de la niña, y le colocó un pequeño anillo de oro en su dedo anular, que tenía incrustada una piedrita lila.
—¡Que bonito anillo!
—¿Te gusta?
—¡Sí! Parece el anillo de una princesa ¡Gracias, Ren! —sonrió abrazándolo.
—Recuerda lo que te dije, nadie debe saber que yo te lo di ¿De acuerdo?
—Está bien —sonrió mirando la piedrita.
—Si te preguntan por él, diles que lo encontraste.
—De acuerdo.
La miró por un momento, y le dió un beso en la frente, antes de desaparecer... Hazael estaría furioso con él cuando lo supiera.
***
Gabrale observó a su pupila, y le fue imposible no recordar a Nadiame. Johanna era tan parecida físicamente a su abuela, hasta su personalidad comenzaba a adoptar.
Y ni hablar de lo habilidosa y poderosa sería en el futuro.
—Si ya casi no quedan superiores, ¿Por qué usted no ha tenido hijos, señor Gabrale? —le preguntó curiosa la jovencita, mientras leía un libro.
—Porque no he querido tener hijos.
—Pero usted se ve joven, y bastante atractivo, no le costaría mucho conseguir una mujer con quién engendrar.
—Concéntrate en la lectura, Johanna.
—Pues si en algún momento cambia de opinión, hábleme —sonrió divertida.
El azabache frunció el ceño y luego negó con la cabeza... Si supiera que era su propia nieta.
...
