|Capítulo 7|

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Mi padre casi no esbozó palabra en toda la velada y solo yo sabía bien por qué

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Mi padre casi no esbozó palabra en toda la velada y solo yo sabía bien por qué. Olivia notó que había algo raro, pero decidió hacer de cuenta de que todo estaba bien y sonreírnos como si fuera tonta. Habló muchísimo con mi abuela y mi madre, a mí apenas me miraba y, si le dirigía la palabra a mi padre, él cortaba cualquier intento de conversación con monosílabos.

Cuando le pedí a Jake que moviera algunos hilos para lograr que Olivia fuera nuestra mesera, mi única intención era hacer que mi padre pasara un mal rato, pero al ver lo incómoda que estaba ella me arrepentí de lo estúpido que había sido.

Cerramos la cena en paz. Saludé a las familias amigas de mis padres mientras ellos discutían en la puerta del restobar cómo se vendría el turismo en verano, porque la temporada estaba a punto de arrancar y los padres de Shane predecían un gran aumento de visitantes. Y, en esa ola de sacudones de manos y parloteo, tuve el impulso de mirar hacia dentro de Tomello's desde la puerta de entrada.

Olivia salía del baño de empleados ya sin el delantal y sin el rodete que había tenido durante el día. Su pelo oscuro caía hasta la cintura y la sombra que había colocado en sus párpados resaltaba el verde de sus ojos. Podía ver sus largas piernas gracias a una falda negra que no coincidía con el frío de la noche.

Me apoyé contra el marco de la puerta de salida y solo la miré. Estaba apenas a unos metros. Debió sentir mi mirada desde allí porque se giró hacia mí.

Frunció el ceño y entreabrió sus labios. Por un segundo me perdí allí, pero tuve que poner toda mi fuerza de voluntad en no mirarlos porque se estaba acercando a mí.

—Te quiero fuera —dijo.

—La última que revisé este lugar no era tuyo, ¿me estoy perdiendo de algo?

Discutir con ella era excitante y frustrante al mismo tiempo. Era el único tipo de conversación que podíamos tener y yo me aprovechaba de lo mucho que la irritaba.

—Te quiero fuera de mi vida —cortó mi broma—. Completamente.

Mierda. Sus palabras podían ser cuchillos cuando se lo proponía.

La miré profundamente sin decirle una palabra y detrás de su furia pude ver a la chica que me había prometido que seríamos amigos por siempre. Seguía allí en el fondo, solo que había construido una pared de hielo alrededor.

—¿Algún día vamos a hablar de lo que sucedió? —pregunté en un susurro.

—Querrás decir de lo que me hiciste.

Otra vez el veneno en su voz no me daba ni un ápice de paz.

A veces me preguntaba qué había sentido ella cuando la atormentaba. Cómo se sentía que la persona en la que más confiaba se haya convertido en su acosador personal sin saber por qué.

Sobre el hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora