|Capítulo 20|

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No pude evitar buscar a Gideon en la sala

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No pude evitar buscar a Gideon en la sala. Habían sacado las camas y las mesas de luz a la habitación, tal vez moviéndolas a otra, quedando solo las dos mesas de póker y el baño. No era un lugar muy grande, pero entrábamos veinte personas sin necesidad de amontonarnos.

Gideon estaba en la primera mesa, la que tenía más gente alrededor, y su cara gritaba que estaba ganando.

Cuando están más alto, peor es la caída.

Sonreí con malicia mientras me encaminaba a su mesa. Le hice un gesto a Devon para que fuera a la otra, necesitaba estar tranquila y eso implicaba tener la seguridad de que su mano no encontraría mi muslo por debajo de la mesa otra vez.

Hizo una mueca de inconformidad, pero no me discutió.

—¿Hay lugar para uno más? —pregunté poniendo mis manos sobre la mesa, marcando territorio.

Hoy no voy a jugar al cordero asustado. Quiero ser la serpiente.

—Sí, porque hasta aquí llego yo —respondió con frustración uno de los jugadores.

Tomé su lugar y saqué del bolsillo de mi abrigo la bolsa repleta de fichas que había ganado la noche del sótano. Dejé la prenda en el respaldo de la silla y acomodé mis fichas frente a mí.

—¿Olivia era? —preguntó Gideon con burla, insinuando que no se acordaba cómo me llamaba.

—No te preocupes, cuando terminemos con esto recordarás mi nombre.

Alzó sus cejas y sonrió sin dar crédito a lo que le había dicho. Y, en vez de enojarme, su gesto solo hizo crecer la emoción y euforia en mi interior.

Nada mejor que aplastar egos de hombre soberbios.

El dealer repartió la primera mano y esperé a tener mis dos cartas antes de levantarlas. Un dos y una sota, ambas de picas. No estaba mal, pero podría haber sido mejor; tenía la carta numeral más baja y una de las cartas literales (sota, reina, rey y as) que eran las más altas.

El hecho de que eran del mismo palo podría ayudar para formar color, mi otra opción probable era formar parejas o tríos.

Se dio comienzo al pre-flop con las apuestas previas a la muestra de las primeras tres cartas comunitarias.

Había seis personas en la mesa. Solía ser el máximo de jugadores en el póker "Texas hold 'em", aunque nada prohibía jugar a más personas. Eran una chica y tres chicos que no conocía, Gideon y yo. Yo estaba cuarta en el orden y Gideon era el último por estar a la derecha del dealer.

A la izquierda del dealer, estaba uno de los chicos que no conocía y apostó una ficha de cien. Para ser póker amateur, ser el primero en apostar y estar en el pre-flop era una apuesta alta. Tenía que averiguar si era por sus cartas o porque se tomaban los juegos nocturnos demasiado en serio.

Sobre el hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora