|Capítulo 27|

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Multimedia: la rutina de Marco y Olivia

—Vamos a arreglar este desastre —bromeó Luce

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—Vamos a arreglar este desastre —bromeó Luce.

Después de firmar el acta y de pasar ambos chequeos, me encontraba con Luce en el vestuario de mujeres para corregir mi maquillaje y peinado.

El psicólogo me había hecho un par de preguntas con respecto al episodio que había tenido y le había contado la verdad solo porque Devon me había pedido que me dejara ayudar. La única verdad a medias que le había dicho era que los ataques de pánicos que tenía eran breves y esporádicos.

No le había explicado que me sentía como si acumulase un peso hasta explotar y que dentro de mí sabía que los últimos episodios solo eran la punta del iceberg. Pero tenía que encontrar la manera de volver a la pista, costara lo que costara.

—El pelo va a ser un problema —advertí.

Luce había terminado mi maquillaje, idéntico al que me había hecho Sammy, y ahora debía peinar mis cabellos, que se habían salido del recogido original y estaban enredados como cables.

—Con paciencia Oli —dijo tomando las puntas de mi pelo y tratando de pasar el peine.

Faltaban pocos minutos para que nos presentáramos y el psicólogo que me había visto me había recomendado buscar distracciones para no abrumar mi cabeza con pensamientos intrusivos de posibles escenarios.

—¿Cómo van las cosas con Jake? —pregunté.

Vi por el reflejo del espejo frente a nosotras cómo trataba de reprimir una pequeña sonrisa.

—Mejor de lo que me había imaginado —confesó con su mirada cargada de ese brillo especial característico de ella—. No sé qué es, pero hay algo distinto esta vez. Se está esforzando, de verdad te lo digo.

—Solo no quiero que me vengas llorando después —intenté bromear.

Ella se rio, pero vi que le había pinchado la burbuja de ilusión en la que estaba. Por un lado, me sentí mal, ella se merecía que esas fantasías fueran su realidad. Pero mi rol como amiga me obligaba a ser quien la despertara para evitar que sufriera.

—Silencio o voy a cortarte el pelo —contestó retándome con la mirada a través del espejo.

—No te atreverías —me burlé.

—Soy demasiado buena contigo —suspiró y terminó de recoger mi cabello—. Lista.

Me dio un empujoncito con sus manos y se lo devolví.

—¿Sabe la princesa ponerse gel o también necesita ayuda en eso? —preguntó con sarcasmo.

—Tengo manos hábiles —respondí tomando el gel y colocándomelo en el pelo—. Si no me crees, pregúntale a tu hermano.

Luce mordió su labio para mantener su sonrisa a raya y volvió a empujar mi hombro, esta vez con más fuerza, provocando que yo estallara en carcajadas.

Sobre el hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora