|Capítulo 12|

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No había dormido

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No había dormido. En cuanto había llegado a casa, me duché y preparé para ir a la pista a primera hora. El instituto abría a las seis, por lo que mi tiempo era el justo y necesario.

La rutina me salía perfecta de comienzo a final. Cada giro, salto y variación era ejecutado con precisión en el momento correcto.

Pensé en volver a patinar una vez más, pero mi cuerpo estaba cansado y sabía que, si en la siguiente práctica no me salía igual de bien, me obsesionaría hasta lograr la perfección.

Había notado que Marco estaba sentado en las gradas mientras yo patinaba, pero decidí ignorarlo. No tenía suficiente energía como para soportar su mierda.

Mi cabeza ya tenía bastante para pensar con lo que Devon me había dicho y lo que había sucedido en la última mano de póker. Ambas cosas le daban vuelta a mi mente como un carrusel.

Por un lado, sabía que teníamos que aclarar la forma en la que me había tocado, no podía dejarlo pasar; más que nada porque mi cuerpo me pedía volver a sentir su roce a gritos. Había encendido una llama en mí que me estaba siendo difícil apagar, incluso ocupando mi cabeza con el patinaje.

Luego, estaba el hecho de que cada vez me convencía más de que no sería terrible la idea que me había propuesto sobre dejar que lo conociera. Una pequeña parte de mí aún se negaba rotundamente, pero su idea tenía una cierta lógica que convencía al resto. Él sería el expuesto y quien debía abrirse a mí para yo saber si en realidad había cambiado. En teoría no corría el riesgo de ser lastimada. Pero la palabra clave era "en teoría".

Además de la lógica había un sentimiento poderoso que me hacía evaluar la propuesta de Devon: el recuerdo de nuestra amistad que me prometía la posibilidad de volver a ser feliz una vez más. Ansiaba tanto esa paz que solía tener que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por obtenerla. La duda era si Devon podía dármela.

—¡Oli! —escuché la voz de Marco— ¡Por favor, hablemos!

Seguí caminando hacia el vestuario de mujeres y saqué mi celular para enviarle un mensaje a Luce. No la había visto ni había hablado con ella desde lo que había sucedido entre Jake y Nick en el sótano.

—No tengo tiempo para ti Marco —hablé sin mirarlo—. Tengo que ir a trabajar para tus padres.

Lo había dicho como si fuera algo malo, pero la realidad era que me encantaba el centro de esquí. Bastante más que el restobar de Jake. En especial en esas épocas cuando el verano estaba a punto de comenzar y solo quedaba nieve para esquiar en ciertas zonas, por lo que no había mucha demanda. Y menos demanda era igual a menos trabajo para mí.

—Les diré que te excusen solo por hoy, que no has dormido y necesitas descansar para el nacional.

Sonaba tentador, mi dolor de cabeza amó la idea de Marco. No era un mal trato: lo escuchaba, faltaba al trabajo y dormía todo el día.

Sobre el hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora