|Capítulo 45|

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ADVERTENCIA: Contenido +18 (como si no lo supieras xd)

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El primer toque me arrancó un gemido suave.

Devon estaba presionando la cabeza del vibrador contra mi clítoris, por encima de mi ropa interior. Pero se detuvo en cuanto escuchó el sonido de mi boca.

—No, no —dijo negando con la cabeza—. Si no quisiste hablar antes, ahora no te has ganado el derecho a hacerlo.

Sus manos tomaron el final de mi camiseta y la subieron por todo mi cuerpo, aprovechando a acariciar mi piel con sus nudillos, hasta llegar a mi boca.

—No sé qué cosa tienes con amordazarme, Devon —hablé.

Me mostró una pequeña sonrisa ladeada, con el fuego característico quemándose en su mirada, para luego asegurar la tela de mi remera en mi boca. Y, para controlar que no me la sacara, tomó mis muñecas con una de sus manos y las llevó arriba de mi cabeza para que no pudiera moverlas.

No tenía puesto un corpiño, así que mis pezones endurecidos habían capturado toda su atención. Devon subió sobre mí, llevando su boca a uno de ellos. Cerré los ojos y suspiré del placer.

Me encantaba que se tomara su tiempo conmigo.

Un jadeo se escapó de mi boca. Devon había subido el vibrador a mi otro pezón, sometiéndome a una sensación que no había experimentado.

Y se sentía tan bien.

Sin perder más tiempo, me quitó la tanga y comenzó a bajar el vibrador por mi estómago hasta llegar a mis labios exteriores. Lo movió de un lado a otro, sin llegar a mi parte más sensible aún. Estaba provocándome.

Gemí en una mezcla de placer y tortura, y la risa profunda de Devon en mi oreja me confirmó que estaba jugando conmigo.

No pude aguantarlo más y moví mis caderas contra su mano, logrando que la cabeza del vibrador abriera mis labios y se encontrara con mi centro, el cual había estado pidiendo su atención a gritos.

La vibración directa en mi clítoris hizo que un gemido largo saliera de mi boca, pero fue contenido por la tela de mi remera.

Duró poco, porque Devon apagó el vibrador.

—Si querías correrte, me hubieras mostrado cuando te lo pedí —susurró contra la piel de mi mandíbula—. Ahora estamos jugando con mis reglas.

Traté de hablar y mis palabras murieron en mi mordaza. Devon, viéndome, bajó la tela para que pudiera decir lo que quería decir.

—Déjame mostrarte —dije, pero no parecí convencerlo—. Por favor, seguiré tus instrucciones.

Solo después de que le rogara, pareció contemplar lo que le pedí.

—Sé una buena chica y muéstrame lo que haces cuando estás sola.

Sin más, Devon soltó mis muñecas y me sacó la camiseta por completo. Hizo que tomara el vibrador con ambas manos, para luego acunar mi mentón con una mano y darme un pequeño beso en la boca.

Sobre el hielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora