El señor Destange se encontraba ya en la biblioteca. Trabajaron durante un rato, y Holmes buscaba un pretexto para subir a la habitación de Clotilde, cuando la muchacha entró, dio los buenos días a su padre, se sentó en el saloncito y se puso a escribir.Desde su sitio, Holmes la veía inclinada sobre la mesa. De acuando en cuando, con la pluma levantada y el rostro pensativo, meditaba. Esperó. Luego, cogiendo un libro, dijo a Destange:
─Éste es el libro que me dijo la señorita Destange que le llevara cuando diera con él.
Se dirigió al saloncito y se puso delante de Clotilde de forma que su padre no pudiese verla. Se presentó:
─Soy el señor Stickmann, el nuevo secretario del señor Destange.
─¡Ah! ─exclamó la muchacha, sin moverse─. ¿Ha cambiado mi padre de secretario, entonces?
─Sí, señorita, y desearía hablar con usted.
─Sírvase sentarse, señor. Estoy terminando.
Añadió algunas líneas más a la carta, la firmó, cerró el sobre, empujó sus papeles, llamó por teléfono, habló con su modista, le rogó que se diera prisa en terminarle el abrigo de viaje que le estaba haciendo, porque lo necesitaba urgentemente y, por último, volviéndose a Holmes, le dijo:
─Estoy a su disposición, señor. Pero ¿nuestra conversación no puede celebrarse dalante de mi padre?
─No, señorita, y le suplico que no alce demasiado la voz. Es preferible que el señor Destange no oiga nada.
─¿Por qué es preferible?
─Por usted, señorita.
─No admito conversaciones que mo pueda oír mi padre.
─Sin embargo, es muy necesario que almita ésta.
Se levantaron ambos de sus respectivos asientos, con los ojos fijos el uno en el otro.
─Hable, señor.
Continuando en pie, Holmes empezó:
─Me perdonará si me equivoco sobre ciertos puntos segundarios. Lo que garantizo es la exactitud general de los incidentes que expongo.
─Nada de frase, se lo suplico. Hechos.
Por esta interrupción, lanzada bruscamente, el inglés se dio cuenta de que la joven estaba en guardia, y continuó:
─¡Bien! Iré directo al grano. Hace cinco años, su padre tuvo ocasión de conocer a un tal Máxime Bermond, el cual se presentó como contratista, maestro de obras... o arquitecto, no sabría precisarlo. La cuestión es que el señor Destange le tomó afecto a este joven y, como su estado de salud no le permitía ocuparse ya de sus asuntos, confió al señor Bermond la realización de algunos trabajos que él había aceptado de antiguos clientes y que parecían adecuados a las aptitudes de su colaborador.
Sherlock hizo una pausa. Le pareció que se había acentuado la palidez de la joven.
Sin embargo, con la mayor tranquilidad, ella le dijo:
─No conozco los hechos que pone usted en mi conocimiento, señor, y, sobre todo, no veo en qué pueden interesarme.
─En esto, señorita: es que el señor Máxime Bermomd se llama, en realidad, y usted lo sabe tan bien como yo, Arsenio Lupin.
Clotilde soltó una carcajada:
─¡No es posible! ¿Arsenio Lupin? ¿El señor Máxime Bermond se llama Arsenio Lupin?
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Arsenio Lupin contra Sherlock Holmes
Historical FictionVolumen (2). Maurice Leblanc estaba convencido de que la propiedad era un robo, de modo que se le ocurrió crear uno de los personajes más populares que ha dado la literatura de misterio: Arsenio Lupin, caballero ladrón, que durante décadas desvalijó...