42. La lámpara judía 2[5]

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Sholmes extendió seis periódicos abiertos por la cuarta página, de los que destacó las seis siguientes:

1. ARS. LUP. Sen. Impl. Protec. 540.

2. 540. Espero explicaciones. A.L.

3. A.L. Bajo dom. Enemigo. Perdida.

4. 540. Necesito dirección, investigar. A.L. 5.A.L. Murillo.

5. 540. Parque tres mañana. Violetas.

6. 237. De acuerdo sáb. Estaré dom. Man. Parque.

─Y llama usted a esto una historia detallada? ─preguntó el señor D'Imblevalle.

─Claro que sí, y sólo con prestar un poco de atención estará usted de acuerdo conmigo. Primero, una dama, que firma 540, implora la protección de Arsenio Lupin, a la que éste contesta que espera explicaciones. La dama responde que se halla bajo el dominio de un enemigo, de Bresson, sin duda alguna, y que está perdida si no acuden en su ayuda. Lupin, que desconfía, que no se atreve aún a entrevistarse con esta desconocida, exige la dirección y propone una investigación. La dama duda durante cuatro días: fíjese en las fechas. Al fin, presionada por los acontecimientos, influida por las amenazas de Bresson, da el nombre de su calle: Murillo. Al día siguiente, Arsenio Lupin anuncia que estará en el parque Monceau a las tres de la mañana, y ruega a su desconocida que lleve un ramo de violetas para reconocerla. Hay una interrupción de ocho días en el intercambio de notas. Arsenio Lupin y la dama no necesitan escribirse por medio del periódico: se ven o se escriben directamente. El plan está ultimado: la dama, para satisfacer las exigencias de Bresson, robará la lámpara judía. Queda por fijar el día. La dama, que por prudencia acude a la ayuda de letras cortadas y pegadas, se decide por el sábado y añade: Responde «Echo» 237. Lupin contesta que está de acuerdo y que, además, estará el domingo por la mañana en el parque. Y se comete el robo.

─En efecto, todo esto concuerda ─aprobó el barón─, y la historia está completa.

Holmes continuó:

─Así, pues, se comete el robo. La dama sale el domingo por la mañana, da cuenta a Lupin de lo que ha hecho y le lleva a Bresson la lámpara. Entonces las cosas suceden como ha previsto Lupin. La Justicia, engañada por una ventana abierta, cuatro agujeros en la tierra y dos arañazos en la balaustrada, admite inmediatamente la hipótesis de un robo con escalera. La dama se tranquiliza.

─Bien ─aceptó el barón─. Admito esta explicación muy lógica. Pero el segundo robo...

─El segundo robo fue provocado por el primero. Habiendo contado los periódicos cómo había desaparecido la lámpara, alguien tuvo la idea de repetir la agresión y de apoderarse de lo que no había sido robado. Y esta vez no fue un robo simulado, sino uno de verdad, con escalamiento, nocturnidad, etcétera, etcétera.

─Lupin, claro está.

─No. Lupin no actúa tan estúpidamente. Lupin no se arriesga de esa manera.

─¿Entonces, quién?

─Bresson, sin duda alguna, y sin que lo supiera la dama a la que había hecho cantar. Fue Bresson quien entró aquí, fue él a quien yo perseguí, fue él quien hirió a mi pobre Watson.

─¿Está usted seguro?

─Completamente. Uno de los cómplices de Bresson le escribió ayer, antes de suicidarse, una carta que prueba que se celebraron conversaciones entre este cómplice y Lupin para la restitución de todos los objetos robados en este chalé. Lupin lo exigió todo: tanto lo del primer golpe, es decir, la lámpara, como lo del segundo. Por otra parte, vigilaba a Bresson. Cuando éste fue anoche a la orilla del Sena, uno de los cómplices de Lupin le seguía al mismo tiempo que nosotros.

Arsenio Lupin contra Sherlock HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora