6 - Confusión

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Can

Tengo que buscar, buscar un camino, una vía que me lleve... ¿a dónde? No sé, fuera de esta oscuridad, debe haber luz en alguna parte, debo encontrarla, debo volver, no sé por qué pero siento una fuerza disruptiva que me dice que debo volver.

Pero, ¿dónde y a quién?

Es un proceso lento, como un amanecer que se levanta momento a momento, el cielo nocturno se ilumina lentamente, siempre más claro, menos oscuro y poco a poco más claro.
La percepción de estar suspendido se desvanece lentamente y empiezo a sentir la pesadez de mi cuerpo, empiezo a percibir sonidos, alguien hablando en la distancia, un pitido metálico, el sonido de pasos. Vuelvo a sentir mi cuerpo, siento una mano cálida que aprieta la mía apoyada en la cama.

Inhalo profundamente, parece que lo hago por primera vez en mucho tiempo, los párpados me pesan, hago un esfuerzo inhumano para moverlos, la luz me ciega, llevo demasiado tiempo suspendido en esa oscuridad, mis ojos ya no están acostumbrados a la luz. Hago varios intentos pero al final consigo abrirlas y mantenerlas ligeramente entreabiertas, miro a mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en una habitación de hospital, algo me habrá pasado supongo. La sensación de esa mano aferrada a la mía me hace bajar la mirada con curiosidad por saber a quién pertenece, sacudo la cabeza ligeramente confundido, parpadeo varias veces para aclarar mi visión pero sigo sin encontrarle sentido a lo que veo frente a mí.

Sanem

No pude pegar ojo por enésima noche, volví a estar inmóvil durante horas sin hacer nada más que mirarle, su hermoso perfil, su barba un poco más larga, su larga melena esparcida por la almohada. Al final debí quedarme dormida como siempre con la cabeza apoyada en la cama junto a sus piernas mientras le agarraba la mano con fuerza .

Algo ha perturbado mi sueño, he registrado algo que me devuelve rápidamente a la realidad, ¿qué? En un instante, incluso antes de abrir los ojos, me doy cuenta de lo que era: sentí su mano moverse. Abro los ojos y levanto la cabeza del colchón para mirar hacia él, el impacto de sus ojos color avellana que me miran me deja sin aliento, las lágrimas me nublan la vista sin que me dé cuenta, aprieto su mano con las dos mías mientras me levanto y me acerco a él.

- ¿Can? ¡Can, has vuelto! Alabado sea Alá, has vuelto...

Le acaricio la mejilla mientras le miro profundamente a los ojos.

- Bienvenido aşkım, mi amor, ¡no sabes cuánto te he echado de menos! ¿Cómo te sientes? Espera a que le diga a la enfermera que por fin te has despertado...

Me apresuro a ir al mostrador de las enfermeras para decirles que Can ha abierto los ojos y vuelvo corriendo hacia él con el corazón palpitando de felicidad. Me siento en la silla a su lado y vuelvo a coger su mano, sonrío emocionada al pensar que vuelve a estar conmigo, levanto la vista para decirle cuando noto que algo va mal, parece claramente confundido, su expresión es interrogante, desconcertada.

Extiendo la mano una vez más para acariciar suavemente su mejilla.
- Can iyi misin, ¿estás bien? -

Le veo sacudir la cabeza, me mira con una mirada extraña, parece casi avergonzado, mira su mano entrelazada con la mía y luego vuelve a mirarme.

- Can, ¿estás bien aşkım, mi amor? -

Vuelve a negar con la cabeza, mirándome cada vez más dubitativo y confuso, cada vez más avergonzado, no puedo creer lo que oigo decir:

- Disculpe, pero ¿quién es usted?


Siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora