33 - Incertidumbre

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Can

Fue un día frustrante, no pude conseguir un momento a solas con ella para hablar, siempre había alguien, verla sentada en la barra sonriendo con el camarero me hizo llegar la sangre al cerebro, le acaricié los hombros en un gesto íntimo una vez más como para que el tipo supiera que era territorio prohibido. Se mantuvo fría, me ignoró por completo, no estoy acostumbrado a esto, ella siempre fue tan dulce y acogedora conmigo.

No tenía ningún deseo de salir con la cuadrilla, esperaba poder quedarme con ella y hablar pero cuando me di cuenta de que Sanem se iba con ellos decidí seguirla y por suerte porque sólo hizo falta un par de copas de una bebida alcohólica para emborracharla. Me fascinó verla bailar libre y sensual, con una sonrisa que, desde que me reencontré con ella después de mi despertar, nunca había tenido la oportunidad de ver, es una sonrisa contagiosa, tiene una luz única que sale de su interior y conquista a todos los que la rodean y no soy el único que lo nota, veo que varios clientes le dirigen miradas interesadas. También fue la razón por la que, cuando el DJ puso un baile lento al final de la noche, me apresuré a cogerla en brazos antes de que lo hiciera otro.

Lo bien que me sentí al hacerlo, al abrazarla me dio una sensación de plenitud, de reconocimiento, de pertenencia que no creo haber experimentado antes en mi vida. Las palabras que dijo mirándome con seriedad me desgarraron el alma, su estado alterado por el alcohol la hizo hablar con libertad y fue el corazón herido de Sanem el que me retuvo por romper mi promesa de no herirla más, diciéndome que siguiera mi camino libre, que se rinde porque no puede obligarme a amarla.

Me sentí como un ser mezquino por haber decidido marcharme, por haber decidido dejarla a pesar de que sabía lo que éramos el uno para el otro, lo que ella vivía por mi culpa y yo, de nuevo, no tardaría en hacerle daño. Estaba a punto de replicar a sus palabras cuando simplemente apoyó su cabeza en mi pecho y perdió todo contacto con el mundo exterior. A duras penas conseguí que caminara hasta el hotel, que por suerte estaba cerca. Una vez en el ascensor la abracé con fuerza para apoyarme pero también para tener la oportunidad de probar su calor y ese aroma que me vuelve loco. Cuando se abrieron las puertas del ascensor la llevé en brazos hasta el número de habitación que leí en la etiqueta pegada a la llave de su bolso, la tumbé en la cama pero me di cuenta de que dormiría incómoda con esos vaqueros ajustados . Fue una dulce tortura desvestirla, una emoción desconocida se apoderó de mí, mis manos empezaron a temblar, era muy consciente de que lo hacía por primera vez y era algo que quién sabe cuántas veces había soñado hacer. No pude evitar darme cuenta de que era hermosa, esta mañana la había definido como una ninfa del mar ahora podría haberla definido como la diosa de la noche, su pelo extendido por la almohada, ese cuello flexible, ese cuerpo perfecto de piel diáfana que parecía brillar a la luz de la luna que se filtraba por la ventana abierta.

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para decidirme a taparla y alejarme, quería tumbarme a su lado y tomarla entre mis brazos, llevar mis labios al pliegue de su cuello e inhalar ese maravilloso aroma durante toda la noche.

Me senté en un pequeño sillón frente a la ventana observando su delicado perfil durante horas, me solté el pelo para poder apoyar cómodamente la cabeza en el respaldo y observar el techo intentando poner orden en mis confusos pensamientos. La forma en que la miro está cambiando, la forma en que la siento está cambiando, ese beso, el baile de esta noche, todo me dice que hay algo especial entre nosotros, único, como todo el mundo ha seguido diciéndome desde que me desperté sin un recuerdo de ella ya.

Debería haber escuchado a mi padre y a Metin, me precipité al tomar la decisión de irme y ahora ya no puedo echarme atrás, debería haberme tomado el tiempo necesario para acostumbrarme a ella, para conocerla y reconocerla y en cambio ahora me encuentro en la tesitura de tener que explicarle que me voy, tengo miedo de cómo pueda reaccionar. Ya le hice mucho daño, le prometí que no lo volvería a hacer y en cambio...

Siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora