27 - Celos y dudas

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Can

Ese beso me perturbó profundamente, nunca había sentido sensaciones tan impactantes, sentí todo su amor, todo su abandono, su entrega a mí quizás confiando en que puedo volver a amarla como se merece.

Me siento oprimida por un fuerte sentimiento de incapacidad porque, si indago en mis sentimientos en el fondo, me parece que no soy capaz de sentir ese amor, es algo que me ha sido negado desde niña y no me parece posible ser capaz de sentirlo y darlo a alguien. En última instancia, el Can que soy ahora mismo siente que no puedo sentir un sentimiento tan poderoso.

Tengo que tener cuidado con lo que hago, este beso fue una apuesta, no puedo arriesgarme a ilusionarla con que va a recuperar a su Can, no quiero hacerle más daño que a una mujer dulce como ella que fue "abandonada", aunque sea sin querer, a los pocos días de casarse.

Recibo su mensaje informándome de que no vendrá mañana a la agencia con el habitual sentimiento ambivalente: por un lado sé que echaré de menos su presencia tranquilizadora a mi lado, pero por otro me alegro de tener espacio para respirar libremente.

No me oprime, para nada, de ninguna manera me presiona pero son las circunstancias las que de alguna manera me condicionan, siento que tengo que hacer algo, arreglar la situación y siento que no tengo ninguna solución en el bolsillo en este momento, al contrario.

Parece que cada vez estoy más confundido, mi preocupación de toda la tarde por no encontrarla, su mirada cariñosa durante la cena, ese beso apasionado, todo parece que sólo contribuye a confundir aún más mi mente y mi alma incierta.

Paso toda la noche despierto mirando al techo, pensando y repensando, pero una mañana luminosa encuentra al mismo Can confundido e inseguro que se acostó la noche anterior.

El sonido del despertador me encuentra más despierto que nunca, una ducha rápida y estoy listo, la cerámica habitual en el porche me espera, la nota es impersonal, cautelosa:

-Günaydın afiyet olsun, buenos días, buen apetito -.

¿Qué debía escribir Can? ¿Un poema? Sacudo la cabeza y me siento a comer, ella sigue siendo la adorable Sanem de gran corazón que todo el mundo quiere y yo me siento cada vez peor por el terrible estado de incertidumbre en el que la hago vivir.

Me llevo la bandeja a casa y lavo los platos dándome cuenta de que en mi fregadero se acumulan varias bandejas y platos varios, me propongo de nuevo por la noche llevárselos y darle las gracias.

Mientras tanto decido enviarle un mensaje -Günaydın teşekkür ederim, buenos días, gracias por el excelente desayuno-.

Poco después de una respuesta de ella - En absoluto, un placer. Buenos días -

Suspirando cojo las llaves y salgo de casa, al llegar a la plaza de entrada donde está aparcado mi coche de alquiler veo llegar un deportivo plateado.
Disminuyo el paso para ver de quién se trata, veo a un joven elegante y de buen aspecto salir del coche y coger un maletín del asiento trasero mientras lleva gafas de sol. Le observo con desconfianza mientras se acerca a mí, me sonríe cordialmente - Buenos días, voy de camino a Sanem, ¿puede decirme en qué dirección se encuentra su casa, es la primera vez que le veo por aquí - No puedo negar que me sorprende.

No puedo negar que me molesta, me cuesta admitirlo, pero me molesta la idea de que Sanem pase el día con ese hombre tan guapo.
- Buenos días, soy el ex-novio de Sanem, tienes que tomar la entrada a la derecha y llegarás directamente a su casa, que tengas un buen día, adiós -

No sé por qué ha querido señalar que soy su ex novio, me ha dado tanta sensación de querer marcar territorio pero después de una noche entera dejo de darle sentido a cualquiera de mis pensamientos. Lanzo una última mirada en dirección a la entrada de su casa, no puedo evitar admitir que hoy, sin ella, me parece menos agradable ir a la agencia.

El día se alarga tediosamente, parece que las horas no pasan nunca, quizá sea porque no he dormido pero apenas puedo concentrarme y consigo hacer muy poco. Estoy en el despacho de Deren para discutir un boceto, cuando nos interrumpe el timbre de mi teléfono, miro la pantalla: KEMAL. Me dirijo hacia mi despacho intercambiando algunas bromas con él sobre los viejos tiempos, me propone quedar para cenar esa noche, viendo que dentro de dos días se irá a un nuevo trabajo en el centro de África, acepto de buen grado, definitivamente necesito distraerme.

Llego pronto a casa para mi sesión de fisioterapia y la maldita máquina sigue ahí, ¡maldita sea lo ocupados que están! La llegada del fisioterapeuta me quita por un momento el mal humor y me alegra comprobar, cuando le acompaño a la puerta, que el tipo por fin se ha ido. No sé qué me pasa, pero una vez más creo que es el casi-marido de Can, que se esconde en algún lugar de mí, sintiendo su territorio amenazado y reaccionando con bastante vehemencia.

Sacudo la cabeza una vez más ante la sensación de disociación que experimento de forma intermitente cuando se trata de Sanem y me preparo para salir.

Antes de salir una mirada de reojo en la cocina me recuerda los platos y bandejas que hay que devolver, decido pasarme para devolvérselos y darle las gracias una vez más rogándole que me permita preparar las comidas yo mismo.

Me siento mucho mejor y puedo hacerlo fácilmente yo mismo, no quiero incomodarla más.

Lo meto todo en un sobre y me dirijo hacia su casa, la puerta de cristal del jardín está abierta, subo los pocos escalones y me asomo al espacio abierto. No hay rastro de Sanem, intento llamarla un par de veces pero no obtengo respuesta, así que decido entrar y dejar lo que he venido a traer, acabo de poner el sobre en la mesa de la cocina cuando la veo aparecer en la puerta que da acceso a la zona de dormitorios de la casa. Debe de haber salido de la ducha porque está descalza con un albornoz frotándose el pelo húmedo con una toalla, jadea cuando levanta la vista y me encuentra frente a ella.

- ¡Can, me has asustado! Supongo que me llamaste, estaba en la ducha y no te escuché -

Apenas puedo registrar lo que me dice, estoy mirando la silueta de su cuerpo resaltada por el corto y fino albornoz, puedo ver claramente las gotas de agua que caen de su pelo, resbalan lentamente por su cuello y su pecho y luego desaparecen por el borde del albornoz. Trago saliva y con dificultad vuelvo a la realidad, levanto de la mesa el sobre que he traído para enseñárselo.

- Sí, lo siento, no quería asustarte, iba a dejar esto y luego mandarte un mensaje. He traído la vajilla y las bandejas que me has traído estos días-.

- Está bien, hiciste lo correcto, me quedé sin bandejas y no sabía cómo traerte la cena esta noche-.

- Gracias, pero voy a salir a cenar esta noche. No es necesario.

En realidad quería agradecerte lo que has hecho hasta ahora pero, de verdad, ya no necesitas preparar mis comidas, me siento bien y puedo volver a hacerlo yo misma como siempre, no te preocupes -.

Baja la cabeza y asiente

- Tamam, está bien, lo que tú digas. Iyi akşamlar, entonces que tengas una buena noche Puede -Se da la vuelta y vuelve por donde ha venido.

Su comportamiento me deja desconcertado, tal vez piense que le dije que no me preparara más la comida porque quiero distanciarme de ella, lo siento porque no lo hice por eso, ¿o tal vez sí?

Suspiro y salgo de su casa, no sé por qué lo he hecho, probablemente el Can independiente que hay en mí, el que nunca ha necesitado a nadie, ha prevalecido sobre todo o quizás realmente quería cortar un vínculo con ella, aunque fuera mínimo, como estos pequeños detalles que, debo admitir, calientan el corazón.

Me subo al coche pensativo, siento que no he hecho nada más desde que me desperté después de un mes en esa cama de hospital, todo lo que hago es cavilar y devanarme los sesos, creo que esta tarde con mi viejo amigo es justo lo que necesito.

Necesito desconectar o realmente me arriesgo a estropear aún más mi cabeza y, en consecuencia, mi relación con esta chica que, debo admitir, realmente sabe cómo hacerme querer además de ser un imán para mis hormonas locas.

Sacudo la cabeza y arranco el motor, no más pensamientos oscuros por esta noche, tiempo muerto Puede pensar sólo en relajarse y distraerse.


Siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora