37 - Conciencia

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Can

-Te deseo todo lo mejor Can Divit hoşçakal, adiós-

¿Por qué estas palabras se repiten en mi mente sin cesar?
Se despidió, me dejó ir, se dio por vencido.

Me subí al coche como en trance, sólo esas palabras en mi mente, conduje durante más de dos horas sin ver nada, como si tuviera el piloto automático puesto y mi mente ocupada en analizar esa palabra: hoşçakal, adiós.

No pude decirle que volvería pronto y que hablaríamos de nosotros, de lo que éramos y de lo que aún podíamos ser.

Llego a la finca, miro a mi alrededor recordando la primera vez que llegué aquí con la presencia tranquilizadora de Sanem a mi lado, ¿qué no ha hecho esta chica por mí? ¿Qué no ha soportado?

No entro en la casa, dejo el bolso junto a la puerta y me siento en el pequeño sofá del porche, con los codos apoyados en las rodillas, la cabeza baja y las manos detrás de la cabeza. ¿Por qué no me quedé? Habría encontrado la manera de hablar con ella, de decirle que lo nuestro no tenía por qué ser un adiós, podría haber sido un simple yakında görüşürüz, hasta pronto.

Me dejé llevar por el respaldo de la pequeña silla, con la cabeza reclinada hacia atrás para mirar las vigas del techo durante no sé cuánto tiempo.

- ¿Can? ¿Has vuelto oğul, hijo? Ne oldu, ¿qué pasó? -

- Nada babam, es sólo mi vida que, desde que desperté con dos años de recuerdos perdidos, está en total confusión -

- Emre me ha dicho que has decidido hacer un reportaje -

-Sí, eso es lo que pensé que quería pero no estoy tan seguro en este momento babam.

- Can, te advertí que fueras prudente en tu decisión o te arrepentirás...

- No es una decisión definitiva, volveré dentro de tres meses pero ahora mismo tengo una sensación terrible, no tengo ninguna relación con Sanem pero siento que le estoy haciendo un daño terrible.
Emre me contó lo que le pasó durante mi ausencia hace un año y ahora siento que vuelvo a abandonarla. Quise rogarle que entendiera cómo me siento, que necesito un tiempo para pensar, pero no pude...

- ¿Cómo no ibas a hacerlo? -

Le cuento brevemente lo sucedido, que ella decidió quedarse en Sile y que se despidió de mí como si fuera la última vez que nos viéramos.

- ¿Y te diste la vuelta y te fuiste? ¿La dejaste allí sin intentar hablar con ella? -

- Babam, pero yo...

Mientras busco palabras para justificarme me doy cuenta de que no las hay, no hay justificación para el hecho de que me haya ido como si Sanem no tuviera importancia para mí, como si no fuera nadie.
Ahora me doy cuenta de que, en cambio, en muy poco tiempo, se ha convertido en algo muy importante en mi existencia y no puedo evitar recordar aquellas palabras que pronunció con la seriedad y la verdad de alguien que ha bebido demasiado:

"Has vuelto a ser el kötü kral, el rey malvado.
Me prometiste que no me harías sufrir nunca más, que me mantendrías aquí en tu corazón para siempre y en cambio me has borrado completamente no sólo de tu corazón sino también de tu mente.
Go Can Divit, vive tu vida, sal con todas las mujeres que quieras, vive como quieras vivir, no puedo hacer que seas mi albatros, no puedo hacer que me quieras como yo te quiero "

Me levanto enfadada, cogiendo mi bolsa que ni siquiera ha cruzado el umbral de la casa, y me dirijo a mi padre.

- Me voy con su padre, tengo que hablar con ella antes de irme, quiero que entienda que no la abandono, que volveré pronto y que puede haber algo para nosotros de nuevo, no estoy seguro de poder quererla como el Can que era antes, pero sé que en poco tiempo ha conseguido hacerse un hueco notable en mi mente y en mi corazón, tengo que decírselo...

- Bravo mi aslan, mi león, ve hacia ella, recuerda lo que te dije sobre el verdadero amor que solo se encuentra una vez en la vida y sin el cual solo se puede sobrevivir pero no vivir. -

Asiento con la cabeza y vuelvo corriendo al coche para hacer el camino de vuelta, son las dos horas más largas de mi vida, no veo la hora de estar allí, aunque llegue a mitad de la noche estaré dispuesto a hacer todo lo posible a la mañana siguiente para que me escuche, me equivoqué al no insistir, tenía que quedarme y hacer que me escuchara.

Ah Can ah, ¿qué has hecho? Desde que entraste en razón no has hecho más que equivocarte en todo con Sanem, debes hacer todo lo posible para tranquilizarla, que volverás y habrá una oportunidad para ti, estoy seguro de ello ahora.

Llego al hotel que ya son las 3 de la mañana, me acerco a la recepcionista para pedir una habitación, la más cercana a la habitación 309, la de la señorita Aydin.
La recepcionista me mira desconcertada - La señorita Aydin ya no ocupa esa habitación, señor Divit, se fue hace una hora, yo mismo llamé a un taxi para que la llevara a la estación de tren -.

Mi corazón pierde el ritmo. ¿Cómo? ¿Se ha ido?

Recojo la bolsa que había colocado en el suelo a mi lado y sin despedirme siquiera corro hacia el coche, no sé dónde está la estación, una búsqueda rápida y gracias al navegador en 20 minutos estoy allí.

Bajo corriendo y entro en el gran espacio que alberga la sala de espera y las taquillas, mis ojos se mueven frenéticamente en busca de esa figura que se me ha hecho tan familiar, momentos convulsos en los que, con el corazón en la garganta, me muevo entre los pocos clientes buscándola.

Llego a las vías, me muevo rápidamente de una a otra, no son muchas y no tardo en darme cuenta de la triste realidad: se ha ido.

Siempre y para siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora